Entre Ríos - 26-03-2025 / 11:03
OPINIÓN
Daniel Enz: Domingo Daniel Rossi y la desfachatez de un “Nunca más” contra la corrupción
"Hay que hacer un Nunca más de la corrupción en Entre Ríos". La frase corresponde a una especie de auto reportaje realizado al intendente de Santa Elena y ex vicegobernador, Domingo Daniel Rossi.
"Hay que hacer un Nunca más de la corrupción en Entre Ríos". La frase corresponde a una especie de auto reportaje realizado al intendente de Santa Elena y ex vicegobernador, Domingo Daniel Rossi.
No hay nadie en Entre Ríos -y seguramente debe haber pocos en el país- que tengan la caradurez y descaro de este dirigente del peronismo de Santa Elena, que considera que todos los habitantes de esta provincia son desmemoriados y estúpidos. O que no existen los archivos periodísticos en los medios entrerrianos con más de 35 años de existencia.
En las últimas cuatro décadas Rossi fue la imagen de la corrupción y la desfachatez, precisamente, por más que ahora quiera demostrar lo contrario, buscando una banca en el Senado de la Nación, de la mano de su asesor y abogado, Carlos Guillermo Reggiardo, un personaje lleno de odio y resentimiento, hecho a imagen y semejanza de su jefe político, que cobra uno o dos sueldos del erario público (municipio y Senado provincial), especialmente para decir a diario cualquier barbaridad en redes sociales y en los sitios web que él maneja y le sirven todo el tiempo para autoelogiarse o bien victimizarse.
La defensa de Rossi, su postulación y la agresión permanente a los que considera sus "enemigos" -tanto en la justicia, en la política o en el periodismo entrerriano- es su principal rol y objetivo de vida.
El excompañero de fórmula del primer gobierno de Jorge Busti, Domingo Daniel Rossi, nunca dio explicaciones de los desvíos de dineros del Estado cuando fue uno de los que orquestó con Orlando Engelmann (presidente de la Cámara de Diputados durante varios mandatos, desde 1987, ya fallecido) las compras de 25.000, 19.000 y 27.300 cajas de alimentos que fueron pagadas y nunca recepcionadas en la Legislatura entrerriana, entre 1989 y 1990.
Tampoco explicó demasiado el vaciamiento que se hizo del exfrigorifico regional Santa Elena cuando era el mandamás político de los negociados de la planta industrial ni de la privatización que se encaró y concretó al grupo Constantini, después de una primera licitación fallida al núcleo empresario denominado Malleco, que Rossi armó con su gente amiga y cuya propuesta fue desestimada por el Tribunal de Cuentas.
No fue casual que cuando ANÁLISIS descubrió las cuentas que tenía Rossi en la República Oriental del Uruguay, en 1997 (a nombre de su madre jubilada y su exesposa empleada pública), la justicia pudo determinar que en tiempos previos y posteriores a la privatización del frigorífico transitaron cerca de 90 millones de dólares por esas cuentas del exvicegobernador, en el vecino país. Y que cuando se descubrieron las dos cuentas que aún disponía había más de 1.600.000 dólares depositados, según los saldos bancarios del Surinvest y el ING Bank de Paysandú.
Rossi, con la caradurez e hipocresía que lo caracterizan, al declarar en el juicio oral y público, dijo que buena parte de sus ahorros eran provenientes de haberse robado todos los fondos reservados de la Vicegobernación, entre 1987 y 1991 y que eso le sirvió para los depósitos en el Uruguay. Sí, lo dijo en el juicio sin que se le moviera un pelo y como si hubiera sido lo más correcto y normal del mundo. Y por eso lo condenaron a prisión condicional, en medio del empobrecimiento de todo un pueblo donde lo único que creció -y más aún después del cierre del frigorífico, tras la partida de Constantini- fueron los índices de desocupación, prostitución, suicidios y éxodo de los pobladores.
Rossi siguió haciendo negocios con los empresarios de la construcción (por lo cual irá a juicio oral este año) y continuó apostando a colocar dinero en el exterior, aunque la pantalla haya sido su mujer, la senadora provincial Patricia Díaz, de quien solo se sabe que es "la mujer de Rossi" y no más que ello en el Senado.
Ese mismo Rossi, que ahora intenta ser el adalid contra la corrupción y hasta quiere juzgar e intenta dar consejos de cómo combatirla, cuando nunca hizo nada para revertirla en los últimos 40 años, es el que le importa un bledo dar explicaciones de las cuentas pendientes del municipio a los organismos de control o que no le interesa pagarle a ENERSA los más de mil millones de pesos que debe de alumbrado público, hace más de 8 meses.
Rossi es quien no duda un instante en ubicar a amigos y familiares con contratos en el Senado provincial ni se priva de nombrar a sus hijos como funcionarios de su gabinete en el municipio de Santa Elena. Ese es Rossi, el que quiere un "Nunca más" contra la corrupción y con tal idea de estos tiempos pretende engañar a miles de jóvenes que no le conocieron sus fechorías en estas últimas cuatro décadas de vida política.
El concepto Nunca más -esgrimido por Julio César Strassera en el Juicio a la Junta- es mancillado cuando lo pronuncia un dirigente como Rossi. Alguna vez la Memoria, Verdad y Justicia también debería ser aplicable para los hechos de corrupción. El Nunca Más hoy es un claro concepto para generar conciencia y rechazar los negacionismos en materia de Derechos Humanos.
Es hora de que también se utilice para rechazar los negacionismos en materia de corrupción, pero a través de personalidades que se ocuparon de combatirla en estas décadas, de modo coherente y constante. No es a través de Rossi o sus socios directos, porque ellos son la imagen de la mentira, el oportunismo y la caradurez. Solo así se podría comenzar a creer de nuevo en tener una provincia más sana y transparente.
Por Daniel Enz
Fuente: Análisis Digital