Nacionales - 20-03-2025 / 11:03
MASIVA MOVILIZACIÓN FRENTE AL CONGRESO, ESTA VEZ NO SE ANIMARON A REPRIMIR
Fracaso del terrorismo represivo del Loco Milei: miles de personas acompañaron este miércoles a los jubilados
La movilización de este miércoles fue superior en número a la del miércoles anterior. Y eso ocurrió a pesar de la escandalosa amenaza terrorista represiva que desplegó el Gobierno de los Hermanos Milei -ayudado por los medios oficialistas porteños- a lo largo de toda la jornada. La política de amedrentamiento de Patricia Bullrich no consiguió impedir que una multitud desbordara la Plaza de un Congreso enjaulado en solidaridad con los jubilados. Al Gobierno no le alcanzó la salvaje cacería de la semana pasada, ni las amenazas oficiales de aumentarla, ni la militarización de la CABA, ni los bloqueos ilegales para evitar la llegada de los manifestantes. La voluntad de pelear junto a los jubilados sigue en pie. El miércoles que viene hay llamada una nueva movilización.
La movilización de este miércoles fue superior en número a la del miércoles anterior. Y eso ocurrió a pesar de la escandalosa amenaza terrorista represiva que desplegó el Gobierno de los Hermanos Milei -ayudado por los medios oficialistas porteños- a lo largo de toda la jornada. La política de amedrentamiento de Patricia Bullrich no consiguió impedir que una multitud en solidaridad con los jubilados, desbordara la Plaza de un Congreso enjaulado. Al Gobierno no le alcanzó la salvaje cacería de la semana pasada, ni las amenazas oficiales de aumentarla, ni la militarización de la CABA, ni los bloqueos ilegales para evitar la llegada de los manifestantes. La voluntad de pelear junto a los jubilados sigue en pie. El miércoles que viene hay llamada una nueva movilización.
Poco antes, el Congreso avaló el DNU del acuerdo con el FMI, con el que Javier "el Loco" Milei y Luis "Toto" Caputo pretenden profundizar el saqueo social. El Gobierno volvió a contar con el apoyo de la casta: radicales, macristas y una porción del peronismo corrió en ayuda del oficialismo, para garantizarle un voto positivo a este acuerdo, del cual aún no se conocen las condiciones, pero que se cumplirá con el sufrimiento de los jubilados.
Para imponer el terror, las amenazas comenzaron temprano. En estaciones de tren y subte, altavoces oficiales repetían mensajes que asociaban la protesta con una supuesta violencia y anticipaban la acción represiva de las fuerzas de seguridad. "La policía va a reprimir cualquier atentado contra la República", repetían, como en la Alemania nazi, una y otra vez en distintas estaciones de Buenos Aires. El Gobierno autoritario intentó de todas las maneras posibles evitar la masiva manifestación en apoyo a los jubilados. No lo logró.
En los accesos a la CABA, efectivos revisaban pertenencias y pedían documentación a quienes llegaban para manifestarse, como en las peores épocas de la dictadura militar genocida. La orden era impedir que la movilización cobrara fuerza. Al llegar al Congreso, los manifestantes se encontraron con un cerco metálico y filas de gendarmes bloqueando el paso. Ni siquiera los vecinos que vivían en la zona pudieron atravesar el muro sin identificación. La postal de una Ciudad sitiada se completó con la presencia de efectivos en cada esquina, patrullando las inmediaciones.
Pese al vallado, los cortes de calle y los casi 2000 efectivos de las fuerzas federales y de la policía porteña desplegados, los manifestantes fueron copando desde temprano el epicentro de la movilización. Marcharon columnas de organizaciones sociales (como la UTEP y Barrios de Pie), gremios de la CGT (como La Bancaria, la UOM, la CATT), las dos CTA y la izquierda. El protagonismo, igualmente, fue de los jubilados y las jubiladas.
Muchos de ellos autoconvocados, otros organizados en las agrupaciones que todos los miércoles se congregan frente al Congreso. Se cantó contra el FMI, contra el Presidente, contra su hermana coimera Karina y su ministra de Seguridad. También se pidió la recomposición de las jubilaciones y el fin de la represión a la protesta social. Todo se hizo en paz: en todo momento, los que marcharon dieron cátedra de cómo controlar la calle, la última obsesión del Gobierno.
Milei intentó prohibir la protesta social con un descomunal y a la vez absurdo operativo, junto a la Policía de la CABA pero crearon un verdadero caos de tránsito en la capital del país, con el único objetivo de aterrorizar para impedir la movilización en apoyo a los jubilados. Nada de eso funcionó. Hubo miles de personas cerca del Congreso, en apoyo la lucha de los jubilados, que se mantiene como un símbolo de resistencia a un ajuste neoliberal feroz. Con la manifestación ya desconcentrada, un grupo reducido intentó derribar las vallas. Esa imagen fue utilizada por el Gobierno represivo para justificar el operativo y desviar la atención de la jornada pacífica que miles de personas protagonizaron en defensa de los derechos jubilatorios.
La Opinión Popular
MASIVA MOVILIZACIÓN FRENTE AL CONGRESO, ESTA VEZ SIN REPRESIÓN
El Gobierno no pudo imponer el miedo y los jubilados llenaron la plaza
El desmedido operativo de Bullrih resultó insuficiente para desmovilizar a las organizaciones y a los gremios, que se sumaron a la tradicional marcha de los miércoles. Se cantó contra Milei, el FMI y el ajuste. "Bullrich eligió mal al enemigo porque nosotros no tenemos nada que perder", se escuchó.
A pesar de las amenazas de "represión" por altoparlantes en las estaciones de trenes, las requisas en los accesos a la Ciudad de Buenos Aires y el exagerado despliegue policial en el Congreso, miles de personas se movilizaron pacíficamente en contra del modelo de ajuste de Javier Milei. Tras la salvaje cacería de la semana pasada, en la calle se sintió una tensión permanente durante toda la jornada.
Las mismas personas que marcharon se ocuparon de cuidarse de las provocaciones de las fuerzas de Seguridad e, incluso, identificaron algunos infiltrados y los echaron de las columnas. "Bullrich eligió mal al enemigo porque nosotros no tenemos nada que perder. De acá no nos vamos", le dijo a Página/12 Omar Godoy, un jubilado de 73 años que habló por muchos otros que no se dejaron amedrentar y llenaron la plaza.
Horas después de la desconcentración, Bullrich intentó mostrarse victoriosa. Dijo haber detenido a unas 25 personas con presunto pedido de captura en los accesos a la capital. También sostuvo que secuestró "cuatro micros que venían sin ningún tipo de permiso" y que controló los accesos "para que no vengan narcohinchas de Rosario y Córdoba". Después, utilizó ese dato para sostener que "quienes van a las marchas son todos delincuentes, todos chorros".
El secretario general de UTEP, Alejandro Gramajo, le contestó en diálogo con este diario que "en lugar de querer restringir el derecho a la protesta con semejante operativo", la ministra "debería estar precisamente persiguiendo a los narcos, que se están metiendo en los barrios a cooptar soldaditos".
La marcha
En la plaza hubo varios hits. El más repetido fue "que se vayan todos". También se cantó "Trabajador/ te estamos avisando/ que tu jubilación/ te la están cagando" y el clásico "que feo, que feo, que feo debe ser, pegarle a un jubilado para poder comer". Además, hubo un palito a la CGT: "Que lo vengan a ver/ que lo vengan a ver/ los jubilados le enseñan/ cómo luchar a la CGT".
El ataque a Pablo Grillo, todavía fresco, estuvo presente de varias formas: carteles, globos y remeras. Sus compañeros fotógrafos de ARGRA levantaron sus cámaras y pidieron justicia sobre Hipólito Yrigoyen, a la altura donde recibió el disparo.
A pesar de esa situación violenta --y de tantas otras--, muchos jubilados coincidieron en que no iban a dar el brazo a torcer. "Nosotros no vamos a retroceder, no nos vamos a rendir. El gobierno de Milei, estafador y corrupto, no tiene autoridad moral para atacarnos. Eligió mal al enemigo. No tenemos nada que perder, solo nuestra dignidad y nuestro sueldo mínimo. Somos el peor enemigo que pudo haber elegido", dijo Omar, referente nacional de adultos mayores del Frente Grande.
Cerca suyo, caminaba "El Chueco", con una Virgen de Luján en su cabeza, vestida con un manto negro y verde en una adaptación que hicieron los hinchas de Chicago. Llegó desde Ciudad Oculta y dijo que "en esta etapa de la vida, ya no tengo miedo". Estuvo el miércoles pasado y anticipa que va a seguir en la calle cada semana: "Aunque sigan reprimiendo va a seguir habiendo gente porque el hambre permanece. Las dificultades están y la angustia cada vez es mayor y eso no se para con represión".
El operativo
El Congreso amaneció rodeado por vallas que impedían el paso. Varias horas antes que llegaran los manifestantes, la zona ya resultaba intransitable. El perímetro inmediato alrededor del Palacio Legislativo estuvo controlado además por varios retenes policiales. Durante varias horas, para los vecinos y comerciantes --también para la prensa-- resultó una tortura poder circular. Mucho más para las columnas, que en su mayoría ingresaron a la Plaza por las laterales Virrey Cevallos y Rodríguez Peña, luego de largas vueltas. Igualmente, el Gobierno quiso dar la imagen de que habría sido imposible manifestarse, pero no lo logró.
Detrás de las rejas, sobre el asfalto semivacío de Callao y Rivadavia, se ubicaron centenares de efectivos de la Federal y gendarmes, casi todos armados con escudos, en posición expectante. Hubo decenas de camiones hidrantes y del cuerpo de Infantería, y helicópteros sobrevolando la Plaza. Algunas esquinas fueron reforzadas hasta por un vallado triple. También se colocaron inhibidores de señal y amenazó con bajar los drones que intentaran grabar desde lo alto el operativo. Pareció una zona de guerra, militarizada por demás. El escenario en el que se desarrolló la marcha pretendió constituirse en sí mismo una amenaza.
"A mi con esta patoteada de las rejas no me mandan de vuelta a mi casa ni nada. No podremos llegar al Congreso como siempre, pero al menos hoy somos muchos", dijo Mirta, una de las primeras en llegar, entrado el mediodía. Llegó sola, envuelta en una bandera argentina. "Toda la amenaza del Gobierno me importa poco. Si no me asustaron los gases del miércoles pasado, ya no me asusta nada".
El operativo incluyó además un amedrentamiento explícito en las estaciones de tren. Los usuarios tuvieron que leer en los carteles digitales mensajes intimidatorios, y oírlos también por altavoz, como si se tratara de una pesadilla orwelliana. "Protesta no es violencia. La policía va a reprimir todo atentado contra la República", decía el texto oficial que salía por los altoparlantes y que confirmaba la razón de ser de la presencia del secretario de Transporte de la Nación, Franco Mogetta, en la reunión del martes en Casa Rosada en la que se planificó el operativo, de la que participó la cúpula de la SIDE. Algunos pasajeros denunciaron, además, que en los controles policiales hasta se pedía los DNI y se revisaron algunas mochilas.
"El operativo no empezó ahora, empezó con una campaña previa, de terror. Lo hicieron en los medios, en las estaciones, sin embargo la plaza se llena y se llena, de a poco pero se llena, y eso es muy importante", dijo Eduardo, jubilado de Laferrere. "Mira, siempre funciona la estrategia del miedo en algunas personas, pero hay que luchar contra eso", explicó.
Cerca suyo estaba Carlos Dawlowski, el jubilado e hincha de Chacarita de 75 años que despertó la solidaridad de los hinchas de todos los clubes y que motorizó la marcha del miércoles pasado. Llevaba consigo dos bolsas de una panadería de Devoto que cada semana le regala sandwiches y facturas para sus compañeros. "Yo viví el 76, el 78 y el 2001, pero como esto, nunca", le contó a Página/12. "Pero este operativo no me da miedo, me da más fuerza. Si ellos van a hacerlo todos los miércoles lo que van a ver es esto: lleno de gente. Que mejor gasten la plata en los comedores, y en los chicos que no tienen para comer. Si los jubilados venimos a marchar acá es porque no tenemos para comer", cerró.
Por Celeste del Bianco y Matías Ferrari
Fuente: Página 12