“Un país que destruye la Escuela Pública no lo hace nunca por dinero, porque falten recursos o su costo sea excesivo. Un país que desmonta la Educación, está gobernado por aquellos que pierden con la difusión del saber”. Ítalo Calvino
ARGENTINA, DICIEMBRE NEGRO DE 1975: UNA SEMANA AL BORDE DEL ABISMO
Del fallido golpe de Estado contra María Estela Martínez al ataque guerrillero del ERP en Monte Chingolo
El Brigadier Jesús Orlando Cappellini encabezó el "Comando Cóndor Azul", un intento de Golpe de Estado contra el gobierno de María Estela Martínez de Perón que tuvo lugar el 18 de diciembre de 1975. Y el 23 de diciembre de 1975: el mayor ataque guerrillero contra una instalación militar, el arsenal Domingo Viejobueno de Monte Chingolo, terminó en desastre para los irregulares y marcó el final del accionar armado del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), diezmado ya en los montes tucumanos.
Fue la semana en la que se vivió en peligro. Un anticipo despiadado de la vida en peligro que nos esperaba de allí en más. Entre el 18 y el 23 de diciembre de 1975 el país fue sacudido por la violencia: el 18, un intento de golpe de Estado encarado por un brigadier de la Fuerza Aérea intentó derrocar al gobierno de la entonces presidente María Estela Martínez de Perón.
Cinco días después, el mayor ataque guerrillero contra una instalación militar, el arsenal Domingo Viejobueno de Monte Chingolo, terminó en desastre para los irregulares y marcó el final del accionar armado del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), diezmado ya en los montes tucumanos.
Tres meses después de estos dos hechos, el 24 de marzo de 1976, el golpe militar de las fuerzas armadas lideradas por Jorge Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti no sólo derrocaría a la viuda de Perón: instauraría en el país el terrorismo de Estado, la práctica de secuestrar, torturar, asesinar y ocultar luego los cadáveres de miles de opositores a quienes se calificó con el eufemismo de "desaparecidos".
La pesadilla de la más cruel tiranía padecida por la Argentina terminaría, seis años después, con la derrota de Malvinas a manos de Gran Bretaña.
Pero todo eso parecía imposible en diciembre de 1975. Un año y medio antes, junto con Juan Perón, habían muerto en el país las últimas esperanzas de un renacer de la democracia y de un sistema civilizado de convivencia.
La Opinión Popular
María Estela Martínez de Perón.
Argentina, diciembre de 1975
Acosada por su incapacidad, por los militares, por el poder económico que vació las góndolas de los supermercados, por los gremios que corrían en pos de igualar los salarios a los caprichos de una inflación desorbitada y con una causa judicial pendiente por una presunta defraudación, Isabel, la viuda de Perón, se debatía en vano por continuar al frente de la presidencia y se negaba a renunciar.
El Congreso, con mayoría peronista, se negaba a iniciarle un juicio político. Las fuerzas armadas, que ya tenían planificado el golpe e, incluso, la fecha del alzamiento, esperaban cruzadas de brazos a que "todo se deteriorara más", como reveló este diario en 1998 al analizar una serie de documentos de la época cruzados entre la Embajada de los Estados Unidos y el Departamento de Estado de ese país.
El 17 de diciembre el gobierno decidió anticipar las elecciones generales de 1977 para el 17 de octubre de 1976. Fue la salida ideada por el gabinete de la viuda de Perón como un intento de aplacar al golpismo en acecho. Era tarde. Y fue inútil. Ese mismo día, el general Antonio Bussi se hizo cargo de la V Brigada de Infantería de Tucumán, el general Leopoldo Galtieri asumió como segundo jefe del Estado Mayor del Ejército y el general Reynaldo Bignone se hizo cargo del Colegio Militar. Al día siguiente se sublevó la Fuerza Aérea.
Los golpistas obedecían al brigadier Jesús Orlando Capellini, un militar nacionalista que detuvo al jefe de la fuerza, Luis Fautario, en pleno Aeroparque Jorge Newbery. El gobierno designó a Agosti como jefe de la fuerza mientras los golpistas dejaban en claro sus pretensiones: "1) Considerar totalmente agotado el actual proceso político que agobia al país; 2) Desconocer las autoridades que detenta el gobierno nacional y 3) Requerir que el comandante del Ejército asuma en nombre de las FF.AA. la conducción del gobierno nacional."
Los sublevados sobrevolaron la Casa de Gobierno y arrojaron panfletos mientras el gabinete de Isabel (el actual senador Antonio Cafiero y el hoy gobernador de Buenos Aires Carlos Ruckauf eran entonces ministros de Economía y Trabajo) intentaba superar la crisis. La Armada y el Ejército se mantuvieron al margen. Todavía no era la hora. Videla instó a "dar un ejemplo de cohesión, disciplina, desinterés y responsabilidad", cualidades que echaría por la borda tres meses después.
El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) atacó el 23 de diciembre de 1975 el batallón de arsenales del Ejército Domingo Viejobueno, ubicado en la localidad bonaerense de Monte Chingolo.
La sublevación militar terminó el lunes 22, después de que los amotinados se refugiaran en la base aérea de Morón, que fue bombardeada. La débil reacción del entonces poderoso sindicalismo y la indiferencia con la que la ciudadanía siguió el levantamiento llevaron tranquilidad al golpismo: el ensayo general del 24 de marzo de 1976 había sido perfecto.
El martes 23, a menos de veinticuatro horas de superado el alzamiento aeronáutico, la guerrilla lanzó su golpe más ambicioso de los tantos que había dado desde finales de los años 60. Un grupo de cerca de 270 guerrilleros, en su mayoría del ERP (se dijo en su momento que había también miembros de la guerrilla peronista Montoneros), intentó copar el Batallón de Arsenales 601, Domingo Viejobueno.
Los estaban esperando. Un agente de inteligencia del Ejército, Juan "Oso" Ranier, infiltrado en el ERP, había anticipado el golpe guerrillero. La madrugada del miércoles 24 encontró la zona sur del Gran Buenos Aires en pie de guerra. Tanques, aviones, incluso tropas de la Armada tomaron parte de una batalla por la recuperación del cuartel. Las tropas ingresaron luego a una villa miseria cercana donde, se dijo entonces, se habían refugiado los atacantes. Se cree que al menos 85 irregulares murieron esa noche, lo mismo que un número nunca determinado de inocentes alcanzados por los tiroteos que se extendieron por Lanús, Villa Dominico y Lomas de Zamora. También murieron un capitán, un teniente primero, un sargento ayudante, cuatro soldados y dos policías.
La noche del 24 de diciembre, desde Tucumán, Videla dijo observar "con la sana rabia del verdadero soldado, las incongruentes dificultades en las que se debate el país, sin avizorarse la solución"
El país estaba helado por la sorpresa. Oscilaba entre el desconcierto y el terror. Intentaba descifrar las andanzas de un dólar financiero especial ($82,45) y otro dólar financiero ($58). Y también intentaba sobrevivir, claro. La clase media pugnaba por el dos ambientes ($650.000 en Devoto) o por el Citroen 2CV ($85.000 un usado) y hasta arañaba de vez en cuando un traje de fibra poliester ($3.199). Tampoco veía soluciones. Y ni siquiera avizoraba lo que Videla y compañía tenían en mente. También intentaban sonreír.
En el Teatro Astros, dos grandes de la revista, Alfredo Barbieri y Don Pelele, apostaban a la esperanza. Cada noche salían con sus disparates a representar: "Entre julepe y julepe llegaremos al 77"
Pero no, no llegamos.
El ataque en Monte Chingolo está considerado como el último gran operativo del ERP.