Nacionales - 09-12-2024 / 10:12
LA CASA ROSADA EN CRISIS PORQUE NO LOGRA SACAR DE LOS MEDIOS EL CASO DE COIMA Y CORRUPCIÓN DEL SENADOR
Milei dice que el tránsfuga Kueider es K, por más que le haya votado la Ley Bases y todo lo que le pidió
"El Loco" Milei dice que el senador que compraron es todo del kirchnerismo, por más que haya votado exactamente al revés que todos los integrantes de Unión por la Patria. Sin la voluntad de Kueider, la Ley Bases se caía.
En la Casa Rosada están desesperados por sacar del tope de la agenda de los medios el caso de corrupción Kueider, el senador tránsfuga aliado al gobierno libertario que fue detenido la semana pasada en la frontera de Paraguay con más de 200.000 dólares sin declarar y permanece preso en Asunción, primer caso en la historia argentina. El escándalo sacude al gobierno a días de cumplir el primer año de gobierno y se suma al golpe que sufrió Javier "el Loco" Milei por desestimar el avance del proyecto Ficha Limpia en el Congreso, que también golpeó el relato libertario de supuesto combate a los vicios de "la casta" de los políticos.
El caso de Kueider lastima especialmente a Santiago Caputo, alias "Caputito", que fue quien acercó su voto clave para que se sancione la ley Bases, en medio de versiones de pago de coimas millonarias en dólares. El asesor estrella del Presidente no ha logrado hasta ahora articular una respuesta consistente al escándalo.
El héroe libertario Edgardo Kueider vino a ponerle un poco de pimienta al escenario aparentemente congelado en la fiesta financiera. ¿Es un escándalo que se quedará ahí? ¿Irá poco o bastante más allá? Para que suceda lo segundo debería ocurrir que, en forma subterránea, esté produciéndose una combustión hoy imperceptible. Hay sacudida en el mundillo político e institucional. El resto, en hipótesis silvestre, muy probablemente mira las andanzas del tránsfuga como paisaje habitual, ¿del que sólo Jamoncito saldría indemne por aquello del "cualquiercosismo"?
Ese término fue acuñado por el académico Alfredo Serrano Mancilla. Refiere a la impunidad del Presidente, y de su reducido pero eficaz séquito comunicacional, para decir lo que venga sin necesidad de respaldo técnico, ni histórico, ni de tipo alguno. No es la hora de las argumentaciones, sino de los vómitos. Eso sí que es ir ganando la batalla cultural.
Milei dice que el senador que compraron es todo del kirchnerismo, por más que haya votado exactamente al revés que todos los integrantes de Unión por la Patria. Sin la voluntad de Kueider, la Ley Bases se caía. Milei ratifica que los pobres ya son menos, muchos menos, y que los jubilados ganan en dólares como nunca en la vida. Milei humea sin ningún reparo que los extranjeros no residentes deberán pagar sus estudios superiores. No existe que algún extranjero no residente curse la Universidad pública. No importa. Está bien. "Que paguen".
Milei dice que el Mercosur es una prisión que obstaculizó el desarrollo. Lo asegura en la reunión del bloque, donde se habría llegado a un acuerdo para que los países que lo integran y la Unión Europea converjan en un ámbito de libre comercio entre zorros y gallinas. Lula, quien sí juega en las grandes ligas, lo ninguneó nuevamente. El presidente paraguayo avisa que firmó con reservas. Su colega uruguayo previene que todavía falta mucho para concretar el arreglo. Pero tampoco importa. Milei clavó la provocación y se habla de eso. La fijación de agenda es suya con exclusividad. Nada más. Y nada menos.
Milei ordenó hacer todo lo posible para cerrar el Senado. Es a fines de que no destituyan a Kueider, porque lo reemplazaría una representante peronista no vendida. Pero al republicanismo anticasta tampoco le importa. Y sigue mintiendo.
La Opinión Popular
Milei, en el capítulo Jubilados, lanzó otra andanada con el argumento de que nada es gratuito. Tiene razón, salvo en el pequeño detalle de quiénes pagan lo que no es gratuito. Entre los top del año figurará la jubilada que dijo que se jubiló gracias a Cristina, que no la votará jamás y que no sabe que se jubiló pagando en cuotas la moratoria dispuesta por aquella a quien jamás votará.
Milei, o más precisamente la Comandante Pato, se topó en día laborable con una considerable manifestación de ambas CTA, gremios sueltos de la CGT, una columna bonaerense y la izquierda trotskista marchando por separado. Casi todos los medios la ignoraron por completo. Fue un ejercicio de resistencia, loable, que sin decirlo expresamente continúa reclamando a los gritos una conducción política porque, de lo contrario, no hay modo de que supere (el intento de) lo resistencial.
En marco semejante, creció la expectativa por lo que, quizás de manera pretenciosa, se llega a calificar como "cumbre" entre Cristina, Axel Kicillof y Sergio Massa.
La convocatoria fue gestada por Máximo Kirchner, como titular del PJ provincial y a pedido de su madre. Será este lunes en Moreno. Las versiones son disímiles en torno a si está garantizada la concurrencia de los tres.
La última vez que se reunió el consejo partidario fue en febrero, sin presencia de ninguno los protagonistas. Aquello resultó un anticipo de las tensiones que se desataron durante el año, hacia dentro del espacio.
Ahora habría -se remarca el potencial- buena predisposición de todas las partes. Habrá que ver si hacen uso del escenario para decir qué. Formalmente, se trata de la lectura del acta, informe del bloque legislativo y análisis de la situación política.
A los bifes, el último punto podrá consistir en el relato archiconocido sobre las características de Gobierno y modelo. O bien, que eso sea complementado con definiciones algo más avanzadas.
Están, por un lado, las cuestiones de ingeniería electoral relativas a la Provincia. Si se desdoblan o no los comicios, la boleta única, el armado de las listas y, desde ya, el rol concreto que jugará Cristina. Casi con seguridad no cabe esperar anuncios al respecto, aunque con ella nunca se sabe.
En cualquier caso, si será candidata o eludirá ese compromiso es un factor determinante. Pero la pregunta es determinante respecto de qué.
Una cosa es su papel fundamental en cuanto a lo que representa en el peronismo, con absoluta prioridad en el conurbano bonaerense. Lo demás, como ya definieron otros colegas y analistas, es una suerte de confederación de partidos peronistas provinciales, que también aguardan alguna guía nacional.
Otra cosa es lo que proyecta la figura de CFK en el escenario nacional. Para lo primero, ella es decisiva a favor de su fuerza. Es una líder extraordinaria, ya histórica, y sólo a un loco podría ocurrírsele carecer de su aporte. Lo segundo está en duda.
Por lo pronto, las circunstancias compelen a ir generando ciertas certezas. Sólo tal vez, este lunes podrían encontrarse algunas para terminar el año -aunque sea- con una oposición menos dedicada a lo que parece un ombliguismo acentuado.
En opinión personal acerca de un tema muy polémico, arduo, presto a teorías y ensayos permanentes de prueba y error, todos esos cálculos acerca de cómo debe jugarse en las conformaciones de listas, arreglos con intendentes, arrastres sectoriales, acaban subsumidos en si hay o no una vocación de unidad con propuestas alternativas concretas. Lo que vaya a suceder no pasa, centralmente, por laboratorios en la arena. Discurre por una dirección convencida de lo que tiene que hacer.
Entre signos de admiración, el colega Jorge Halperín tituló el miércoles pasado, en este diario, qué vieja es la nueva subjetividad.
Comienza por interrogarse cómo pudo suceder, en el país de América Latina que alumbró y mantiene ya por ocho décadas una fuerza como el peronismo, impulsora de la justicia social, el Presidente más extremista de los ultraderechistas del mundo.
Sigue -la síntesis es del firmante- por cómo es que, al cabo de un año de su gobierno de demolición, sean tantos quienes siguen esperando milagros de Milei, particularmente en las provincias donde la dependencia del Estado -bajo amenaza- es tan extrema. Cómo es que en la vereda de enfrente vemos predominar un sentimiento de resignación.
Concluye, al apuntar a un diagnóstico generalizado, en que se fue erigiendo una nueva subjetividad que elige la autonomía personal. Que desprecia los planes sociales. Que se convence de que cada uno debe arreglárselas sin Estado que subsidie (o asista, o equilibre). Y, por supuesto, que aborrece a los políticos "profesionales", muy singularmente del peronismo kirchnerista. Los demás estamos "viejos".
Alerta que explicar los volantazos históricos del país por un supuestamente profundo cambio en las subjetividades políticas induce a vernos indefensos. ¿Frente a qué? Frente a la también supuesta ola indetenible del capital financiero que habría llegado para quedarse. Que erosiona la confianza en la idea de un país en el cual la riqueza esté mejor repartida. Siquiera eso, agregamos: algo mejor repartida.
Es probable que la "nueva subjetividad" sea (mucho) más profunda que lo históricamente experimentado. Más individualismo. Más comportamientos fascistoides. Más jóvenes y más pobres cooptados por ese discurso. Más gorilismo. Todo, por vía de una "realidad" cada vez más líquida del aquí, ahora, ya mismo, pisando cabezas de las víctimas.
Pero, ¿en lo sustancial es acaso tan honda la modificación?
¿Tanto cambió que sigue tratándose del antiperonismo como motor sentimental más fuerte de la Argentina? ¿Tanto varió que el progresismo se enfrenta a fuerzas reaccionarias hoy con esa sensación de impunidad, sin vergüenzas, promovidas por una guerrilla digital alentada oficialmente? ¿Tanto se alteró que sigue siendo asunto de quién reparte la torta?
¿Y tanto se modificó que esas cosas pasan por cuál fuerza política es capaz de oponérseles? Como dice Halperín, aunque aclara que "como mínimo", la nueva subjetividad huele a viejo. El problema sería que lo viejo sean las cabezas para enfrentarlo.
Por Eduardo Aliverti
Fuente: Página 12