“Un país que destruye la Escuela Pública no lo hace nunca por dinero, porque falten recursos o su costo sea excesivo. Un país que desmonta la Educación, está gobernado por aquellos que pierden con la difusión del saber”. Ítalo Calvino
Comienza el primer gobierno de Juan Manuel de Rosas
El brigadier general Juan Manuel de Rosas es designado por primera vez gobernador y capitán general de la provincia de Buenos Aires. Gobernó hasta 1832, cuando fue sucedido por Juan Balcarce. Volvió a gobernar Buenos Aires entre marzo de 1835 y febrero de 1852.
La madrugada del 1 de diciembre de 1828, el general unitario Juan Lavalle tomó el Fuerte de Buenos Aires; derrocó al gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Manuel Dorrego; y reunió a miembros del partido unitario en la iglesia de San Francisco -como representación del pueblo- y se hizo elegir gobernador.
Juan Manuel de Rosas levantó la campaña contra los sublevados y reunió un pequeño ejército de milicianos y partidas federales, mientras Dorrego se retiraba al interior de la provincia para buscar su protección. Lavalle, con sus experimentadas tropas se dirigió a la campaña para enfrentar a las fuerzas federales de Rosas y Dorrego, a quienes atacó sorpresivamente en la batalla de Navarro, derrotándolos.
Debido a la disparidad existente entre las aguerridas y veteranas fuerzas sublevadas, que participaron en la guerra contra Brasil, bajo el mando de Lavalle, el federal Dorrego fue hecho prisionero. Lavalle, "la espada sin cabeza", influido por el deseo de venganza de los ideólogos unitarios, ordenó su fusilamiento. De ese modo se generalizó la guerra civil en todo el país.
Lavalle envió ejércitos en todas direcciones, pero varios caudillos aliados de Rosas organizaron la resistencia. Los jefes unitarios recurrieron a toda clase de crímenes para aplastarla, un hecho poco difundido por la historiografía oficial de las guerras civiles argentinas.
Al frente del grueso de su ejército, Lavalle avanzó hasta ocupar Rosario. Pero, poco después, Estanislao López dejó sin caballos a Lavalle, que se vio obligado a retroceder. López y Rosas persiguieron a Lavalle derrotándolo en la batalla de Puente de Márquez, el 26 de abril de 1829.
El 24 de junio, Lavalle y Rosas firmaron el Pacto de Cañuelas, que estipulaba que se llamaría a elecciones, en las que sólo se presentaría una lista de unidad de federales y unitarios, y que el candidato a gobernador sería Félix de Álzaga. Pero los unitarios presentaron la candidatura de Carlos María de Alvear, y al precio de treinta muertos ganaron las elecciones.
Las relaciones quedaron rotas nuevamente, obligando a Lavalle a un nuevo tratado, el pacto de Barracas, del 24 de agosto. Pero, ahora más que antes, la fuerza estaba del lado de Rosas. A través de este pacto se nombró gobernador a Juan José Viamonte. Éste llamó a la legislatura derrocada por Lavalle, allanándole a Rosas el camino al poder.
La Legislatura de Buenos Aires proclamó a Rosas como 13º Gobernador de Buenos Aires el 6 de diciembre de 1829, honrándolo además con el título de "Restaurador de las Leyes e Instituciones de la Provincia de Buenos Aires". El 08 de diciembre de 1829, comienza el primer gobierno de Juan Manuel de Rosas.
La Opinión Popular
La revolución de diciembre
La madrugada del 1 de diciembre de 1828, el general unitario Juan Lavalle tomó el Fuerte de Buenos Aires y reunió a miembros del partido unitario en la iglesia de San Francisco -nominalmente como representación del pueblo- siendo elegido gobernador. Siguiendo la misma lógica, disolvió la Junta de Representantes de Buenos Aires.
Juan Manuel de Rosas levantó la campaña contra los sublevados y reunió un pequeño ejército de milicianos y partidas federales, mientras Dorrego se retiraba al interior de la provincia para buscar su protección. Lavalle, con sus tropas se dirigió a la campaña para enfrentar a las fuerzas federales de Rosas y Dorrego, a quienes atacó sorpresivamente en la batalla de Navarro, derrotándolos.
Debido a la disparidad existente entre las aguerridas y experimentadas fuerzas sublevadas bajo el mando de Lavalle, con respecto a las milicias que defendían al gobernador Dorrego, Rosas le aconsejó a éste retirarse a Santa Fe, para unir fuerzas con las de Estanislao López, pero el gobernador se negó.
Mientras Rosas se retiró a Santa Fe con aquél propósito, Dorrego decidió refugiarse en Salto, en el regimiento del coronel Ángel Pacheco. Pero, traicionado por dos oficiales de éste -Bernardino Escribano y Mariano Acha- fue enviado prisionero a Lavalle.
Vencido y hecho prisionero Dorrego, Lavalle, influido por el deseo de venganza de los ideólogos unitarios, ordenó su fusilamiento y se hizo cargo de toda la responsabilidad.
En su última carta, escrita a Estanislao López, Dorrego pedía que su muerte no fuera causa de derramamiento de sangre. Pese a este pedido, su fusilamiento dio paso a una larga guerra civil, la primera en que estuvieron simultáneamente implicadas casi todas las provincias argentinas.
A principios de enero de 1829, el general José María Paz, aliado de Lavalle, iniciaba la invasión de la provincia de Córdoba, donde derrocaría al gobernador Juan Bautista Bustos. De ese modo se generalizó la guerra civil en todo el país.
Lavalle envió ejércitos en todas direcciones, pero varios pequeños caudillos aliados de Rosas organizaron la resistencia. Los jefes unitarios recurrieron a toda clase de crímenes para aplastarla, un hecho poco difundido por la historiografía de las guerras civiles argentinas.
El gobernador Lavalle envió al coronel Federico Rauch hacia el sur, y una de sus columnas, al mando del coronel Isidoro Suárez, derrotó y capturó al mayor Mesa, que fue enviado a Buenos Aires y ejecutado.
Al frente del grueso de su ejército, Lavalle avanzó hasta ocupar Rosario. Pero, poco después, López dejó sin caballos a Lavalle, que se vio obligado a retroceder. López y Rosas persiguieron a Lavalle hasta cerca de Buenos Aires, derrotándolo en la batalla de Puente de Márquez, librada el 26 de abril de 1829.
Mientras López regresaba a Santa Fe, Rosas sitió la ciudad de Buenos Aires. Allí crecía la oposición a Lavalle (a pesar de que los aliados de Dorrego habían sido expulsados), sobre todo por el crimen sobre el gobernador. Lavalle aumentó la persecución sobre los críticos, lo que le llevaría mucho apoyo a Rosas, en la ciudad que siempre fue la capital del unitarismo.
Lavalle, desesperado, se lanzó a hacer algo insólito: se dirigió, completamente solo, al cuartel general de Rosas, la Estancia del Pino. Como éste no se encontraba, se acostó en su catre de campaña a esperarlo.
Al día siguiente, 24 de junio, Lavalle y Rosas firmaron el Pacto de Cañuelas, que estipulaba que se llamaría a elecciones, en las que sólo se presentaría una lista de unidad de federales y unitarios, y que el candidato a gobernador sería Félix de Álzaga.
Lavalle presentó el tratado con un mensaje que incluía una inesperada opinión sobre su enemigo: "Mi honor y mi corazón me imponen remover por mi parte todos los inconvenientes para una perfecta reconciliación...Y sobre todo ha llegado el caso de que veamos, tratemos y conozcamos de cerca de Juan Manuel de Rosas como a un verdadero patriota y amante del orden."
Pero los unitarios presentaron la candidatura de Carlos María de Alvear, y al precio de treinta muertos ganaron las elecciones. Las relaciones quedaron rotas nuevamente, obligando a Lavalle a un nuevo tratado, el pacto de Barracas, del 24 de agosto.
Pero, ahora más que antes, la fuerza estaba del lado de Rosas. A través de este pacto se nombró gobernador a Juan José Viamonte. Éste llamó a la legislatura derrocada por Lavalle, allanándole a Rosas el camino al poder.
La Legislatura de Buenos Aires proclamó a Juan Manuel de Rosas como Gobernador de Buenos Aires el 6 de diciembre de 1829, honrándolo además con el título de "Restaurador de las Leyes e Instituciones de la Provincia de Buenos Aires".
Y en el mismo acto le otorgó "todas las facultades ordinarias y extraordinarias que creyera necesarias, hasta la reunión de una nueva legislatura". No era algo excepcional: las facultades extraordinarias ya les habían sido conferidas a Manuel de Sarratea y a Rodríguez en 1820, y a los gobernadores de muchas otras provincias en los últimos años; también Viamonte las había tenido.
Lo primero que hizo Rosas fue realizar un extraordinario funeral al general Dorrego, trayendo sus restos a la capital, con lo cual logró la adhesión de los seguidores del fallecido líder federal, sumando el apoyo del pueblo humilde de la capital al que ya tenía de la población rural.
Uno de los pilares en el que se asentó el poder de Rosas fueron los sectores populares. D. de Plot (1841) Óleo sobre tela.