“Un país que destruye la Escuela Pública no lo hace nunca por dinero, porque falten recursos o su costo sea excesivo. Un país que desmonta la Educación, está gobernado por aquellos que pierden con la difusión del saber”. Ítalo Calvino
Fusilamiento masivo de obreros rurales en la Patagonia
Los obreros prisioneros fueron seleccionados para ser fusilados. Edelmiro Correa Falcón, el mayor enemigo de los huelguistas confirmaba un número de 120 fusilados en La Anita (Osvaldo Bayer, La Patagonia Rebelde, Tomo II-La masacre. Booket, Buenos Aires, 2004)
Durante los años 1920 y 1921 tuvieron lugar los sucesos conocidos como las Huelgas Patagónicas, en donde más de 1500 obreros rurales fueron fusilados por el Ejército Argentino tras la orden del Teniente Coronel Héctor Varela. Los trabajadores rurales solo pedían mejoras en sus condiciones de vida y de trabajo.
Los peones de campo que habían ido a la huelga se entregan a las tropas del Ejército en la estancia Anita, cerca de El Calafate y son fusilados el 07 de diciembre de 1921, en un baño de sangre. Es el momento culminante los sucesos de la Patagonia trágica, documentados por Osvaldo Bayer, y que llegarían al cine en La Patagonia rebelde.
Se calculan entre 100 y 200 fusilamientos en la Anita. Los masacrados son enterrados allí mismo, en fosas comunes. En total, se estima que la represión del Ejército a los huelguistas pudo haber sido de hasta 1500 muertos.
La Opinión Popular
Frente del local de la Sociedad Obrera de Río Gallegos.
Los fusilamientos en la Patagonia
Dos años después de aquel enero de sangre en el que se militarizó Buenos Aires, se produjo la huelga de los peones patagónicos. Como en la Semana Trágica, serían los militares los encargados de reprimir. A 1500 kilómetros de la capital, en plena estepa, se iba a consumar una masacre oscurecida durante décadas y que contó con la ayuda del capital concentrado, que se veía perjudicado por el reclamo y pedía un escarmiento a obreros a los que pintaba como maximalistas que buscaban la disgregación del territorio. Uno de los momentos decisivos de la masacre de los huelguistas se vivió en la estancia Anita. A partir del 07 de diciembre de 1921, allí se vivió un baño de sangre.
La historia relata que en ese lugar, un día antes de esa fecha, los huelguistas, que habían decretado la medida de fuerza debido al incumplimiento del convenio firmado en 1920 con los estancieros, realizaron una asamblea. Las fuerzas del Regimiento 10 de Caballería, al mando del coronel Héctor Varela, se habían dedicado a fusilar a los obreros en huelga y se acercaban a la estancia. El grueso de los peones se había reunido en la estancia ubicada a pocos kilómetros de El Calafate, en un paisaje dominado por la belleza del Lago Argentino y el imponente glaciar Perito Moreno.
Antonio Soto, líder de la huelga, sostuvo en esa asamblea la necesidad de continuar con la lucha y dejar el lugar antes de que llegaran las fuerzas de Varela. El chileno Pablo Schulz propuso seguir la lucha en la estancia y presentar batalla. Una tercera moción fue la de otro chileno, Juan Farina. Este planteó que había que entregarse a los militares sin luchar a cambio de que se garantizara la vida de los huelguistas. Fue la opción más votada. El capitán Pedro Viñas Ibarra, emisario de Varela, había dado el ultimátum: rendición sin concesiones. Cuando la moción de Farina se impuso, informaron a Viñas Ibarra que cedían. El capitán se comprometió a respetar lo prometido, cosa que no ocurriría.
Una situación similar había sucedido catorce años atrás, en otro diciembre, en Chile. Los obreros del salitre se declararon en huelga en el norte y se congregaron en la ciudad de Iquique en reclamo de mejoras salariales. La respuesta fue masacrarlos en la escuela en la que paraban. Se calcula que el Ejército de Chile acribilló hasta 3600 personas, entre hombres, mujeres y niños. La matanza ocurrió en la puerta de una escuela, en una ciudad, no dentro de una estancia, como pasaría en la Anita; y el componente anarquista como excusa para justificar semejante accionar no estaba tan arraigado en la clase alta chilena (en la Argentina de Yrigoyen se agitaba ese fantasma después de la Semana Trágica para justificar los hechos de Santa Cruz), si bien es cierto que había anarquistas entre los dirigentes obreros y un ácrata quiso matar al jefe militar de la masacre, sin éxito, como sí lo tendría Kurt Wilckens en el caso del coronel Varela.
La estancia era (y es) propiedad de la familia Braun Menéndez, una de las principales fortunas entre los latifundistas de la Patagonia, y estaba afectada por la huelga, dado que se demoraba la esquila. La cantidad de obreros reunidos en la estancia está sujeta a debate, dado que no queda claro cuántos fueron masacrados. Se ha hablado de hasta 1500 fusilados. Lo cierto es que dentro de la estancia se perpetró una masacre y se cavaron fosas comunes.
En enero de 1921, el presidente radical Hipólito Yrigoyen comisionó al teniente coronel Varela, al mando del Regimiento 10º de Caballería, a una expedición al sur.