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Paraná - 19-11-2024 / 11:11
EL VOTO ARGENTINO EN LA ONU NOS AVERGÜENZA Y DESARMA

Sara Liponezky: Argentina fue el único país de la ONU que votó en contra de una resolución para eliminar y prevenir la violencia contra las mujeres

Sara Liponezky: Argentina fue el único país de la ONU que votó en contra de una resolución para eliminar y prevenir la violencia contra las mujeres
"Nos parece estar sumidos en una ficción de espanto, anomia y abandono progresivo de nuestra identidad cultural", expresó Sara Liponezky tras conocerse la voluntad del Estado ante la resolución del organismo internacional que apuntan a la prevención y eliminación de la violencia contra las mujeres y las niñas.
 "Nos parece estar sumidos en una ficción de espanto, anomia y abandono progresivo de nuestra identidad cultural", expresó Sara Liponezky tras conocerse la voluntad del Estado ante la resolución del organismo internacional que apuntan a la prevención y eliminación de la violencia contra las mujeres y las niñas.
 
El voto del país de Javier "el Loco" Milei expresa los nuevos lineamientos retrógrados adoptados por la Cancillería en consonancia con el polémico discurso del presidente libertario en la reciente asamblea de la ONU, en el que criticó fuertemente al organismo y tomó distancia de sus programas más importantes, como la agenda 2030 y los planes de mitigación y adaptación al cambio climático.
 
En esta ocasión, Argentina rechazó intensificar "los esfuerzos para prevenir y eliminar toda forma de violencia contra mujeres y niñas", tanto en el entorno digital, por el desproporcionado impacto que tiene la violencia de género en las redes sociales, como en los ámbitos privados y públicos.
 
El proyecto, aprobado con el voto afirmativo de 170 naciones, menciona la violencia sexual, la trata y la explotación sexual, entre otros tipos de explotación, y solicita a los estados nacionales que generen normas legales para sancionar todas las formas de violencia contra mujeres y niñas, y que destinen recursos materiales y humanos para brindar servicios de apoyo a víctimas de la violencia.
 
El Gobierno de Milei, a través del secretario de Culto y Civilización, Nahuel Sotelo, justificó el rechazo en que se trataría de una propuesta "que invocaba la agenda de la mujer", "partía de un enfoque feminista radical y tenía abordajes de la violencia que se fundaban en una visión que no tiene evidencia científica alguna".
 
En realidad, la resolución es un hito más en un largo compromiso de la comunidad internacional con la problemática. Y la fecha en que fue votada se asocia con el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que desde 1999 se conmemora cada 25 de noviembre en todo el mundo por petición de la ONU, casualmente.
 
Hace 25 años, aquella resolución definió como violencia contra la mujer "todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada".
 
No hay allí ningún enfoque radicalizado ni la arbitraria imposición de una supuesta agenda feminista. Además, hay sobrada evidencia científica local e internacional que demuestra que la forma más habitual que adopta la violencia contra las mujeres es la que ejercen contra ellas sus parejas o exparejas; violencia que a menudo concluye en femicidio y que en no pocas ocasiones alcanza a los hijos de esas mujeres. Estadísticas de años recientes de la propia ONU advierten que cerca del 70% de la población femenina es víctima de violencia en algún momento de su vida. Razón harto suficiente para incentivar periódicamente a los países a prevenirla.
 
La Opinión Popular
 

Un título informativo que nos avergüenza y desarma 


"Argentina fue el único país de la ONU que votó en contra de una resolución para eliminar y prevenir la violencia contra las mujeres", dijo Sara Liponezky.  La resolución que adoptó la Asamblea General de la ONU tiene por objeto "intensificar los esfuerzos en la prevención y eliminación de todas las formas de violencia contra mujeres y niñas, en especial en el entorno digital". Fue propuesto por países como Albania, Alemania, Andorra, Bolivia, Colombia, España y México.
 
Condena "enérgicamente todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas, que a menudo se producen de manera continuada y durante toda la vida, su persistencia y su carácter generalizado", sostiene la medida.
 
La iniciativa representa un "avance en la lucha por la igualdad y la protección de los derechos de las mujeres", en respuesta a la "creciente problemática de violencia amplificada por el uso de la tecnología". La normativa expresa la "profunda preocupación por la persistente prevalencia de la violencia perpetrada contra las mujeres y las niñas en sus distintas formas y manifestaciones en todo el mundo, tanto en línea como en otros entornos, que no se reconoce ni denuncia tanto como se debiera".
 
También se exhorta a los estados a establecer normas para prevenir y eliminar todas las formas de violencia contra mujeres y niñas, particularmente en el entorno digital. Se insta a que se promueva el acceso a recursos y servicios de apoyo para víctimas de violencia, garantizando su acceso a justicia y a la rehabilitación.
 
Francisco Tropepi, el diplomático designado por el presidente que estaba como segundo de Werthein en la Embajada argentina en Washington, fue el encargado de expresar la posición del país siendo el único que el pasado 11 de noviembre votó en contra de la resolución. Ante el mismo caso, los dos referentes de ultraderecha que inspiran la conducta internacional del primer mandatario, Israel y Estados Unidos, votaron a favor.
 
Estamos ante un escenario de salvajismo, inequidad, misoginia y crueldad inédito no solo en la historia de nuestra cancillería, sino en nuestra trayectoria sobre la reafirmación y defensa de los derechos humanos. No debería sorprendernos casi nada a esta altura, frente a los reiterados exabruptos y manifestaciones de violencia cotidianos que emergen de ese personaje tristemente devenido presidente.
 
La precitada resolución, que está en sintonía con la Convención sobre eliminación de todas las formas de violencia contra las mujeres que la Argentina suscribió e incorporó con jerarquía constitucional, es particularmente destacable. Porque avanza al reglar sobre un contexto relevado por normas anteriores pero acusando el impacto de manifestaciones actuales que la potencian y agravan. Efectivamente, el alarmante número de femicidios que se evidencian en la estadística, así como las nuevas formas que habilita la tecnología, han sido considerados al avanzar en esta normativa que con toda justicia y para asegurar su operatividad, le asigna a los Estados signatarios la responsabilidad de generar ámbitos institucionales para atender las situaciones de violencia como para la rehabilitación de las víctimas.
 
En un universo de 170 países adherentes confluyen diferentes culturas e ideologías. Sin embargo, se trata de una "patología social" tan insoslayable por el daño que provoca especialmente a mujeres, niñas y niños que 17 estados se abstuvieron, pero ninguno como la Argentina superó la marca de degradación humana.
 
La verdad es que hace casi un año nos parece estar sumidos en una ficción de espanto, anomia y abandono progresivo de nuestra identidad cultural. Porque ese andamiaje jurídico claramente humanista, solidario y de articulación comunitario que nació desde las ideas de Belgrano, Alberdi y Artigas entre otros en el siglo XIX, continuó con el irigoyenismo y el peronismo en el siglo XX, y se profundizó en el presente, nos constituye como argentinas y argentinos.
 
Vale reconocer sin embargo que tan dramático y preocupante como el quehacer liquidador del gobierno es la inmovilización de la sociedad. Basta con evocar aquellas marchas multitudinarias bajo el lema "Ni una menos" o las que promovían el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo (que se hicieron hace pocos años) para confirmar esa regresión. ¿Dónde está aquella imparable marea feminista, cuan solidas eran las convicciones que la inspiraban, que ocurrió con aquellas organizaciones de mujeres resueltas a defender y potenciar reivindicaciones hacia la equidad? Preguntas que acusan este escenario de resignación colectiva que ya parece una rendición.
 
Es imperiosa y nos involucra la necesidad de recuperar toda la energía del pensamiento y la acción de la que somos capaces y hemos dado testimonio siempre, para despertar del letargo, para resistir a la sistemática violencia estatal y su estrategia destructiva. Solo será efectiva si superamos subjetividades con una propuesta amplia. Que convoque a distintos sectores frente a cuestiones transversales a las diferencias políticas, que impactan en la calidad de nuestra convivencia y han sido avances construidos por la persistencia en la convicción y la lucha de varias generaciones de argentinas.
 
Fuente: Página Política
 

 
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