“Un país que destruye la Escuela Pública no lo hace nunca por dinero, porque falten recursos o su costo sea excesivo. Un país que desmonta la Educación, está gobernado por aquellos que pierden con la difusión del saber”. Ítalo Calvino
La gesta del Líder: Perón retorna a la Patria, desde el exilio y la proscripción
Los gobiernos gorilas, militares y civiles, no consiguieron "desperonizar" al Pueblo. No lograron ni por la fuerza (que incluyó fusilamientos, cárcel y persecuciones), ni a través de una democracia fraudulenta, garantizar un mínimo de estabilidad política en los 17 años de ausencia de Perón exiliado. Las caravanas de manifestantes -munidos de bombos, carteles y banderas- llegaron a enfrentarse con las tropas militares que impidieron su marcha en la autopista Ricchieri.
Han pasado más de cincuenta años de aquel día, el 17 de noviembre de 1972, en que Juan Perón volvió al país tras 17 años de exilio y proscripción, como consecuencia de uno de los procesos de mayor movilización popular de la historia argentina, por masividad y amplitud metodológica, para romper la estrategia de continuidad de los monopolios imperialistas, del "partido militar" y de sus aliados políticos.
La represión se descargó: todo estaba prohibido en la dictadura militar. El general Alejandro Lanusse había desplegado 30 mil soldados para impedir y desalentar la movilización popular, empecinado en evitar que el Pueblo le diera la bienvenida a su Líder. Finalmente Perón pudo regresar, la dictadura tenía los días contados.
En el país, Perón preparó el frente civil que forzaría la salida democrática, para lo cual llegó a fundirse en el famoso abrazo con un antiguo enemigo, el jefe radical Ricardo Balbín. Y, articulando la lucha popular con una acumulación de poder social, pudo disponer el camino del regreso al poder del que había sido desalojado por las armas en septiembre de 1955.
La Gesta del Retorno del Caudillo, el sueño de tantos peronistas que desde el cincuenta y cinco, no se rindieron, fueron años de lucha popular, de una larga y sacrificada resistencia en que la militancia peronista entregó todo, tras una consigna que se transformó en grito de guerra:¡Perón vuelve!
Por eso, el 17 de noviembre es el Día del Militante, una fecha para brindar un reconocimiento especial a todos los compañeros peronistas que combatieron, en fábricas, barrios y universidades, con sincero entusiasmo, tenacidad y sacrificio, animados por un auténtico ideal nacional, popular y revolucionario.
Escribe: Blas García
Diecisiete años después del golpe militar que lo derrocó, Juan Perón vuelve a la Argentina. Es la culminación del "Luche y vuelve" organizado por el peronismo contra la dictadura de Lanusse, que había proclamado que Perón no venía al país "porque no le da el cuero". En la imagen: Juan Perón, el 17 de noviembre de 1972 en Ezeiza, acompañado por José Rucci, Secretario General de la CGT y Juan Manuel Abal Medina, Secretario General del PJ. Un poco de historia
El peronismo irrumpió en la política en 1945 como el partido transformador de la Argentina moderna, expresando el trabajo, la producción y la justicia social, la representación social de los humildes, de los que sufren y los desamparados. Para luchar por una Patria grande y un pueblo feliz.
El peronismo guió una alianza social entre los trabajadores, el empresariado nacional y sectores populares de la baja clase media. La conducción de Perón permitió mantener esa alianza sobre la base del desarrollo de un programa tendiente al capitalismo nacional y de resistencia frente al imperialismo.
Desde el derrocamiento de Perón en 1955 a través de un golpe militar que contó con apoyo civil, especialmente de miembros de la Iglesia, de la Unión Cívica Radical, de la partidocracia de "izquierda" como los Partidos Socialista y Comunista, conducidos por la oligarquía terrateniente, pero también de los sectores más concentrados de la economía, la nueva alianza dominante intentó "desperonizar" el país.
Los sectores de clase media de las grandes ciudades, los estudiantes universitarios y los intelectuales, fueron la base social del antiperonismo. Los gobiernos gorilas, militares y civiles, no consiguieron "desperonizar" al Pueblo. No lograron ni por la fuerza (que incluyó fusilamientos, cárcel y persecuciones), ni a través de una democracia fraudulenta, garantizar un mínimo de estabilidad política en los 17 años de ausencia de Perón exiliado.
La resistencia peronista
La exclusión política del peronismo, produjo un proceso de resistencia que cambiará el perfil del justicialismo. A partir de 1955 el peronismo aglutinó, representó y canalizó a todas las rebeldías y críticas contra el sistema social y político, crecientemente ineficaz y en el cual era el único actor apartado.
El espectro político peronista se tornó muy amplio y variado. El activismo peronista opositor realizó sus intentos por la vía del levantamiento cívico-militar, acciones de resistencia por métodos encubiertos, "trabajo a tristeza", sabotajes, colocación de explosivos, paros gremiales, atentados, ataques con bombas "Molotov"...
Además, participaba, aunque estaba proscripto, en las elecciones apoyando a otros candidatos en contra de los radicales, que eran los representantes civiles de la dictadura militar.
La conducción de Perón
La habilidad conductora de nuestro Líder, consistió en incluir dentro de su Movimiento a todos los que criticaban al sistema político-social. Perón combina todas las formas de lucha, las aprovecha a todas, porque no confunde táctica con estrategia, objetivos inmediatos con objetivos fundamentales.
El régimen gorila retiene el poder, pero la presencia del peronismo que lo hostiga, lo combate y lo acecha, le impide hacerlo funcionar plácidamente. Huelga, conflicto, plan de lucha, eran palabras familiares para los militantes de la época.
El sindicato era el ambiente de los peronistas de la resistencia, la guarida natural. El sindicato era el campamento donde se refugiaba el ejército en repliegue. Allí se guardaban los carteles, el engrudo, los bombos. Allí se hacían las reuniones clandestinas, allí se escuchaba la última cinta llegada de Madrid. El sindicato era, además, el templo de los militantes: lo presidía el retrato del líder y de Evita.
Luche y Vuelve
La proscripción de Perón galvanizó la Resistencia e instaló una realidad que, con otras formas, se pone de manifiesto incluso en nuestros días: no se puede gobernar la Argentina sin la participación del peronismo.
Latinoamérica estaba entonces dominada por dictaduras militares. Detrás de una fachada modernizante, la misión estratégica de las fuerzas armadas en el continente era clara: guardias pretorianas entrenadas para combatir la efervescencia popular.
Después del Cordobazo (1969) que limó el poder del primer jefe del régimen militar, Juan Carlos Onganía, las nuevas generaciones de la clase media ya habían roto con la oligarquía y reclamaban el retorno de Perón para implantar el "socialismo nacional".
Fueron los años de la masividad de la Juventud Peronista y del "Luche y Vuelve". Estos sectores habían generado en el país el clima de resistencia y jaqueo al régimen militar que posibilitó la vuelta del General.
Las consignas del combate
Pese a las provocaciones verbales del propio jefe de la dictadura militar, Alejandro Agustín Lanusse, y pese a normas electorales armadas en su contra, Juan Domingo Perón dio el gran golpe estratégico.
Lanusse no contaba con la vitalidad del pueblo peronista, cuando lanzó un desafío temerario: "Que Perón venga, si le da el cuero". En las paredes escritos con cal, se habían renovado los mensajes: "Perón vuelve cuando se le cantan las pelotas", se leía.
Era la respuesta peronista al ultimátum del gobierno de Lanusse para que quien quisiera ser candidato el 11 de marzo del año siguiente, debía estar en el país el 25 de agosto.
El 17 de noviembre de 1972 Perón volvió al país tras casi 18 años de exilio y proscripción, como fruto de uno de los procesos de mayor movilización popular de la historia argentina, en masividad y amplitud metodológica, para romper la estrategia de continuidad del "partido militar" y sus aliados civiles.
El gobierno de facto despliega gran cantidad de efectivos militares en torno al aeropuerto a pesar de lo cual se le hace imposible contener a los miles de militantes que consiguen cruzar el río Matanza bajo una fuerte lluvia. La represión se descargó: todo estaba prohibido en la dictadura militar. El general Alejandro Lanusse había desplegado 30 mil soldados para impedir y desalentar la movilización popular, empecinado en evitar que el Pueblo le diera la bienvenida a su Líder. Finalmente Perón pudo regresar, la dictadura tenía los días contados.
Quince horas después de la partida, el DC-8 aterriza en suelo argentino y Perón es trasladado al hotel de Ezeiza en donde lo detienen hasta la madrugada del sábado 18, en la que por fin queda libre y se dirige a la casa de la calle Gaspar Campos, en Vicente López.
En el país, Perón terminó el armado del frente civil que forzaría la salida democrática, para lo cual llegó a fundirse en el famoso abrazo con un antiguo enemigo, el jefe radical Ricardo Balbín.
Y, montado en esa acumulación de poder social, pudo preparar el camino del regreso al poder del que había sido desalojado por las armas en 1955.
Lanusse hizo un último intento y volvió a proscribir a Perón que se quedó pocos meses en el país. Pero su suerte estaba echada y la consigna "Cámpora al gobierno, Perón al poder", se materializó en las urnas.
Fueron 17 años de lucha, de resistencia sacrificada en que la militancia peronista puso lo mejor de sí misma, tras un grito y una consigna: Perón vuelve. Por eso, el 17 de noviembre es el Día del Militante.
Escribe: Blas García
Militantes peronistas marchan al Aeropuerto Internacional Ezeiza para recibir a Perón, quien volvió al país tras casi 18 años de exilio y proscripción, como fruto de uno de los procesos de mayor movilización popular de la historia argentina, en masividad y amplitud metodológica, para romper la estrategia de continuidad del "partido militar" y sus aliados civiles.