Entre Ríos - 10-11-2024 / 18:11
PANORAMA POLÍTICO PROVINCIAL
¿Frigerio reclamará en serio que Milei pague su enorme deuda con Entre Ríos?
El gobierno de Rogelio Frigerio confirmó la determinación de adherir al "Régimen de Cancelación de Obligaciones Recíprocas", mediante el cual el Ejecutivo Nacional promete supuestamente cancelar sus deudas con las provincias. ¿Se plantará en serio esta vez el gobernador para que Javier Milei pague las cuantiosas obligaciones de la Nación con Entre Ríos, por el creciente impacto negativo que dichas acreencias producen hoy en las finanzas provinciales? Sería fortalecer el federalismo del interior.
El gobierno de Rogelio Frigerio confirmó la determinación de adherir al "Régimen de Cancelación de Obligaciones Recíprocas", mediante el cual el Ejecutivo Nacional promete supuestamente cancelar sus deudas con las provincias. ¿Se plantará en serio esta vez el gobernador para que Javier Milei pague las cuantiosas obligaciones de la Nación con Entre Ríos, por el creciente impacto negativo que dichas acreencias producen hoy en las finanzas provinciales? Sería fortalecer el necesario federalismo del interior.
El Fiscal de Estado, Julio Rodríguez Signes, explicó que la principal deuda que tiene el Gobierno Nacional con la provincia es por los fondos para la Caja de Jubilaciones. Agregó al listado, recursos por la obra pública que Milei cortó y por excedentes de Salto Grande. El fiscal de Estado valoró positivamente la propuesta: "Yo creo que le sirve a todas las provincias", pero aclaró enseguida que Entre Ríos no tiene compromisos en mora con Nación.
Esas acreencias suman alrededor de 150 mil millones de pesos por conceptos previsionales, una masa salarial, y unos 2.500 millones por los intereses devengados por la falta de pago de excedentes de Salto Grande durante la gestión Milei. Además, Entre Ríos reclama los recursos faltantes para atender los contratos firmados por Nación para la realización de obras en la provincia, que se estimó en 10 mil millones.
Esta fue la "contribución" de Frigerio al déficit cero y al draconiano y cruel ajuste fiscal ejecutado por Milei. Sin esos recursos, la de Frigerio es una gestión paralizada de antemano en un Entre Ríos abandonado. Con funcionarios porteños que residen en la provincia de martes a jueves, porque no tienen nada que hacer. No hay obra pública, no hay mejoras en la economía, hay conflicto con los docentes y los salarios estatales son misérrimos.
Según Rodríguez Signes, el Régimen de Cancelación, al que considera un canal válido, establece plazos de más o menos un año, para llegar a un acuerdo. Y después hay que cobrar. A esta altura del partido, en la Casa Gris ya deberían darse cuenta de que Milei no pagará sus deudas con la Provincia sino se planta, con el conjunto de los gobernadores, porque la Corte Suprema no mueve un dedo.
El régimen propuesto es un "engaña bobos" que no representa ninguna solución. Frigerio -como otros gobernadores- deberían darse cuenta que se trata solo de una estrategia nacional para dilatar por muchos meses esos pagos sin que la Corte Suprema de Justicia intervenga. Entre Ríos tiene demandas por la falta de actualización de los recursos previsionales y por obras que debía pagar la Nación y pagó la Provincia. Y están cajoneados en la Corte.
Difícilmente este régimen ideado por el ministro Luis "Toto" Caputo solucione los problemas y evite el conflicto institucional entre las 13 provincias, entre ellas Entre Ríos, que no transfirieron sus cajas y la Nación. Milei no mandó un peso en 2024 y se sospecha que será 0 el aporte para 2025. Pero lo que es seguro es que la dilación complicará al extremo y en el corto plazo el pago de las jubilaciones provinciales. Problema del interior federal, ganancia para el centralismo porteño: así funciona la gobernabilidad en la era Milei.
Lo que hace difícil, sino imposible el acuerdo de Frigerio con Milei, es que este es un fundamentalista del anarco capitalismo y lo convierte en programa de gobierno. Eso lo hace un extremista, con quien no se puede negociar. Él insulta y humilla, con violencia verbal y gestual. Esa actitud bestializada es la que atrae a un sector de la sociedad que está harta de todo. Milei vomita odios a supuestos culpables de todos los males y se propone destruir el Estado y la democracia. El dialogo, la negociación y la mesura no le atraen. Pero, para Frigerio, las "formas de Milei no son prioridad", en alusión a las humillaciones, amenazas e infamias habituales.
Lo predominante en Milei es la cultura política autoritaria, sólo cree en la imposición y el ataque como modo de gobierno. Dialogar, negociar, consensuar es sinónimo de transar, de traicionar. Mientras, lo único que parece interesarle a Frigerio es que el PRO y LLA confluyan en las legislativas 2025 para enfrentar al peronismo. De ahí su actitud tolerante frente a las deudas del libertario.
También coincide con Milei en aferrarse solo a datos macro económicos para justificar los "logros" de la gestión nacional: superávit fiscal, baja de la inflación y del riesgo país, el blanqueo de capitales, el pretendido crecimiento de las reservas del Banco Central. Sin embargo, una inmensa mayoría de la sociedad no se beneficia de ese cuadro y lo que registra es que su situación ha empeorado, cada vez son más los hogares que enfrentan problemas serios para cubrir sus necesidades de alimentación.
La relativa desaceleración inflacionaria no está teniendo efecto sobre las condiciones sociales de las familias entrerrianas. No sólo no se han observado mejoras significativas, sino que algunos indicadores han experimentado un deterioro preocupante en los últimos meses, mientras otros se han estancado en un nivel crítico. En octubre, muchas familias entrerrianas accedieron a los alimentos básicos con algún tipo de ayuda estatal, como la asignación universal por hijo o la tarjeta Alimentar.
Redondeando, el 58% de las familias tuvo dificultades para acceder a una canasta mínima de alimentos, y en casi la mitad de los hogares (49%) algún integrante suprimió una comida por razones económicas. Nueve de cada 10 hogares financiaron la compra de alimentos a través del fiado (42%), del uso de tarjetas de crédito (37%) o de préstamos de familiares o de amigos (10%). Una realidad que se vive en muchos barrios de la provincia. No en el movimiento en las grandes cadenas de supermercados, sino en lo que pasa en almacenes, despensas y autoservicios de suburbios, donde se palpa la crisis socioeconómica con mayor claridad. Una crisis que repercute en forma negativa sobre las ventas: el mes pasado los almaceneros vendieron casi 25% menos que en octubre de 2023.
En los estudios del Indec y de distintos organismos especializados, la mitad de los entrerrianos se encuentra por debajo de la línea de pobreza. La canasta básica total para una familia tipo ya superó la barrera del millón de pesos. La licuación de salarios, jubilaciones y planes sociales, que instrumentó Milei y que Frigerio apoya, provocó no sólo una significativa pérdida del poder adquisitivo, sino, además, un inquietante efecto secundario: el cuentapropista, el empleado informal, quien vive de changas, todos ellos tienen muchos menos ingresos que hace un año.
Mientras en algunos sectores formales de la economía la actividad parece haber tocado un piso y rebotado levemente, en otros, algunos incluso formales, la situación sigue agravándose. Estamos, entonces, frente a dos Argentina. Milei se refiere en su discurso sólo a una de ellas: la de las ganancias de los ricos empresarios que le permite darse la razón. La otra, la de los trabajadores, queda relegada al discurso de la oposición, que la esgrime para juzgar al Gobierno.
El gobernador no ha sido claro respecto de qué lo diferencia de Milei. Frigerio puede compartir y apoyar la necesidad de restauración de las variables macroeconómicas, el equilibrio fiscal, pero no a los hachazos. Al mismo tiempo, debería cuestionar que no haya aún, y con 10 meses ya de recorrido, un plan productivo. La reivindicación de la obra pública, pilar del desarrollo industrial y la generación de empleo, también debería ser una diferenciación con Milei. Lo que necesita Entre Ríos es un programa económico que haga posible un desarrollo sostenible que reduzca al mínimo la pobreza y las desigualdades actuales. Y el gobernador debería explicitarlo ya.
La Opinión Popular
CONTEXTO POLÍTICO NACIONAL
El ataque en cámara lenta de Javier y los secretos guardados en el whatsapp de Karina
Sostiene Sebastián Lacunza, columnista de de el Diario AR, que antes de desembarcar en la Casa Rosada, Karina "el Jefe" Milei se ocupaba de los cobros del consultor Javier. Transmitía un tarifario que, según interesados que lo recibieron, incluía una oferta de US$ 2.000 por cabeza para escuchar la mirada del economista y panelista, o de US$ 10.000 a US$ 25.000 para encuentros organizados por empresas. Así marcharon las cosas hasta mediados de 2023, según las fuentes consultadas.
Que Javier Milei se dedicaba a esa tarea no es un secreto. Él mismo lo hizo público en marzo de 2023, cuando alardeó que cobraba hasta US$ 25.000 por cada conferencia. Lo que por ahora se mantiene en la nube del whatsapp de Karina es quién abonó esa cifra al entonces diputado nacional y candidato a presidente. El archivo también quedó en la otra punta del intercambio, es decir, quienes consultaron por el tarifario de charlas que difícilmente excedían la hora de duración. Con razones atendibles para no auto incriminarse, nadie levanta la perdiz.
En el planeta Milei, ganarse la vida cobrando honorarios desorbitados, a razón de US$ 400 por minuto de parrafadas, bastante por encima de consultores con más recorrido en la materia, es un galardón de dignidad ante la opción de recibir el sueldo estatal de un diputado. En la vida real, las cosas son muy distintas.
El Gobierno de los Milei se negó a informar fecha, contenido, monto abonado e identidad de los pagadores de las conferencias a US$ 25.000. Se presentó un pedido de acceso a la información pública. El 30 de octubre pasado, llegó la respuesta de Darío Lucas, subsecretario de la Secretaría General de la Presidencia.
"Esta unidad orgánica, Subsecretaría de Asuntos Presidenciales, según su responsabilidad primaria, misiones, funciones y acciones, informa que desconoce la información peticionada, debido a que no es competente para expedirse sobre cuestiones que son manifiestamente previas a la asunción presidencial del Señor Javier Milei, conforme los términos del pedido. Sin otro particular, saluda atte".
No sabe/no contesta
En principio, suena razonable que la Secretaría General de la Presidencia aduzca desconocimiento sobre los negocios del Presidente previos a asumir el cargo. En este caso, se da la particularidad de que quien alega no saber es subalterno de la misma persona que hasta semanas o meses antes de la primera vuelta presidencial de 2023 se ocupaba de gestionar pagos de privados a su hermano.
O el egresado de la Universidad de Belgrano y doctor honoris causa de la academia de los Benegas Lynch era un genio que les hacía ganar un dineral a sus clientes mediante un par de pinceladas, o esas charlas eran una forma espuria de financiamiento político, o, más sórdido aun, de recibir información privilegiada de parte del candidato presidencial que anunciaba la dolarización de la economía de un día para otro. Corrupción política a pleno.
Si un inversor supo a tiempo que Milei, en lugar de dolarizar, dispararía una devaluación récord de 54,3%, para luego echar a correr una nueva ronda de bicicleta financiera, que habilitaría ganancias de 50% anual en moneda dura, estaría más que agradecido. Otro tanto si se filtraron datos desregulatorios de la ley Bases que Federico Sturzenegger encargó a estudios jurídicos de las grandes empresas. ¿Financiamiento de campaña y/o vidrioso enriquecimiento a ambos lados del mostrador?
Las declaraciones juradas de Milei ante la Oficina Anticorrupción - $21 millones en 2023 y $125 millones en 2024- no aportan claridad. Ese patrimonio equivale a apenas un mes de dedicación moderada a las conferencias de US$ 25.000, a lo que se debería adicionar lo recaudado con los libros plagiados.
De tan exiguo, el patrimonio declarado de Karina se ve empequeñecido ante los tapados y carteras que deja ver en sus visitas a otros países, por no mencionar las sociedades de la familia que canalizaron millones de dólares en inversiones en Miami antes de evaporarse.
El grito de la gente
Una mayoría de argentinos decidió pegar un grito de furia y encarar una regeneración ética votando a Milei, un panelista que gritaba groserías por televisión. El Presidente se siente toda una pinturita al lado del científico del CONICET que encara investigaciones que a Manuel Adorni les parecen irrelevantes, la cocinera de un comedor popular, o la capacitadora de prevención del embarazo adolescente.
Esos "zurdos de mierda" le robaban al Estado, en cambio, los Milei (Norberto, Alicia, Javier y Karina) la hicieron "con la suya" (ndr: una nota periodística debería privarse de utilizar un vocabulario vulgar e insultante, pero dado que la palabra pública de la jefatura de Estado lo utiliza, sería incorrecto maquillar esa letrina cotidiana).
El antecedente inmediato de la regeneración ética estaba fresco. Para dar vuelta la página de los desmanes de Lázaro Báez, José López y Ricardo Jaime, protegidos por los Kirchner durante doce años, la mayoría de la sociedad eligió en 2015 a... Mauricio Macri.
Para sorpresa de nadie, el accionista de Socma puso un pie en el Ejecutivo e hizo lo que había hecho toda su vida: colusión de intereses públicos y privados, pero esta vez, como dueño absoluto de la lapicera.
En un abrir y cerrar de ojos, Macri reconoció una deuda US$ 540 millones al español Florentino Pérez, su socio en las autopistas; intentó auto condonarse una deuda millonaria por el Correo; organizó un blanqueo del que se benefició generosamente su entorno; su familia se hizo de decenas de millones de dólares por un pase de manos de los parques eólicos; el primo Ángelo Calcaterra potenció los negocios de obra pública concedidos por Julio de Vido, etc.
Macri se da la gran vida en viajes por el mundo. Tuvo la suerte de que Comodoro Py enterrara las causas y de que el periodismo que lo entrevista omita toda agenda conflictiva. En cambio, sus entrevistadores escuchan con atención sus preocupaciones institucionales.
Los carries de Toto
La moneda de la bicicleta financiera está en el aire. A esta altura de su mandato, Macri ya había conseguido mejores indicadores de riesgo-país y había levantado el cepo. Llovían dólares de los mercados internacionales, atraídos por tasas en pesos que brindaban ganancias que, medidas en moneda dura, eran únicas en el mundo. La deuda crecía y crecía, con dos arquitectos estelares: Luis Caputo y Federico Sturzenegger.
El carry trade marcha viento en popa otro vez, despierta gran desconfianza de ortodoxos y heterodoxos y tiene reminiscencias del primer Caputo de 2016 y 2017, pero no es igual, por dos motivos centrales: Milei no logró los dólares que prometía hasta mediados de año, el FMI se muestra reticente a incrementar su gigantesco préstamo y el elevado riesgo país expone la desconfianza de inversores financieros. En consecuencia, la lluvia de dólares está lejos de los montos de los primeros años de Macri.
La segunda gran diferencia es que el déficit fiscal aumentó durante la primera mitad de Cambiemos en Casa Rosada; en cambio, la motosierra de Milei está siendo implacable y las cuentas oficiales alcanzan un equilibrio, aunque precario, similar al que intentó su antecesor conservador en su bienio final (2018-2019), con capital político en retirada.
El ultraderechista maneja el Estado a hachazo limpio y no hay evidencias de que haya sufrido un deterioro irreversible en su popularidad. Sin déficit que cubrir, algunas necesidades de financiamiento o emisión se reducen y otras se maquillan, como las letras en pesos del Banco Central que fueron transferidas al Tesoro y acumulan una montaña de intereses. El día en que sus tenedores decidan guarecerse en dólares, la historia será otra.
La realidad despiadada
El país de Milei supone una sociedad que, a cambio de la reducción de la inflación y la volatilidad, acepta la eliminación de derechos elementales que generaciones asumieron como parte de su condición de ser argentinos, el ataque estatal a la educación y al sistema científico, jubilados mucho más pobres que en el promedio de las últimas dos décadas y la concepción de que ejes centrales de la vida pública, tan variados como el cine, el desarrollo nuclear y el sistema de transporte público, no son más que nichos de corrupción de los que se valen los "parásitos": millones de personas. Dar por sentado que esa presunta preferencia social por la cristalización de la desigualdad se mantendrá en el tiempo que Milei necesite requiere una osadía temeraria.
Macri y el ultra comparten funcionarios clave, pero no son lo mismo. El fundador del PRO elaboró un proyecto político paciente y sofisticado, anclado en el Gobierno de esa isla económica y máquina de producción simbólica que es Buenos Aires, con un arco ideológico que iba desde el centro a la derecha dura. Ese armado, escorado desde 2019 a las posiciones radicalizadas de Patricia Bullrich y el propio Macri, se dirime en estos meses entre su supervivencia o la absorción por parte de la ultraderecha.
El actual mandatario se embarca en la denominada alt right, que encuentra parentescos en América Latina con Jair Bolsonaro, el chileno José Antonio Kast, el salvadoreño Nayib Bukele y el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga.
En Europa, esa corriente hace eco en partidos de décadas de actuación, como el Frente Nacional (hoy Reagrupamiento) de diferentes generaciones de Le Pen, Fratelli dItalia, la formación de Giorgia Meloni heredera de tradiciones ultras, neofascistas y conservadoras, y Vox, el sello integrista escindido del Partido Popular de España. La ultraderecha se hizo fuerte en Europa del Este, gobierna en Hungría, pero también en países presuntamente tan modélicos en su integración social como Alemania, Suecia, Holanda y Austria; en los dos últimos, al punto de transformarse en los partidos más votados.
Realidades particulares de cada país determinan agendas matizadas. Hay ultraderechistas proteccionistas y neoliberales, con anclaje religioso y laicistas, esencialmente xenófobos y no tan interesados en el tema. ¿Qué los agrupa? Formas y fondo.
Un punto central es una reacción conservadora para restaurar un orden amenazado por minorías con pretensión colectivista: izquierdas, inmigrantes, indigenistas, feministas, gays y/o ecologistas. El combate requiere cierto estado de excepción -mano dura policial, cárceles especiales para extranjeros, prohibición de la manifestación- y una retórica belicista ramificada en las redes, por ahora, sin vulnerar del todo las formas de la democracia.
"Las nuevas ultraderechas atacan en cámara lenta, por eso a veces cuesta advertir sus peligros, a diferencia de ultraderechas del pasado, que irrumpían en el Estado y se transformaban en dictaduras", graficó Cristóbal Rovira Kaltawasser, docente de la Universidad Diego Portales de Chile, en un reciente seminario sobre ultraderechas organizado por Nueva Sociedad y el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas.
La ola de ultraderecha es inescindible de trayectorias de larga data y de un proceso que se aceleró en este siglo. El victorioso Donald Trump no sería explicable si no hubiera aparecido el patológico Tea Party que se sublevó ante la emergencia de Barack Obama, primer presidente negro y con Hussein como segundo nombre. Lo bizarro expresado en el Tea Party y Sarah Palin terminó, con Trump, siendo el rostro total del Partido Republicano.
El trazo de George W. Bush, hoy distante de las excentricidades del mandatario electo, sentó otro eslabón al coronar la guerra de civilizaciones e invadir países con desapego absoluto de la ley y a la vida. La década del republicano que se creía bendecido por el mandato divino que lo salvó del alcoholismo avanzó sobre libertades civiles que parecían intocables.
Mucho más atrás, expresiones estructurales de los republicanos durante varias décadas del siglo XX tornan en versiones edulcoradas el racismo y el macartismo velados que sobrevuelan la existencia de Trump. Richard Nixon golpeó la mesa cuando se enteró del triunfo de Salvador Allende en Chile y ordenó de inmediato un plan de desestabilización, hasta llegar al golpe de Estado. En su primer mandato, Trump coqueteó con la idea de hacerlo en Venezuela, pero no lo concretó. ¿Se animará en el segundo?
Milei, Macri y veteranos del menemismo sintonizan en público, más allá de recelos por repartos del poder. Las provocaciones que emanan de La Libertad Avanza no parecen tan graves en el contraste con las que emitía la Unión de Centro Democrático, el partido de Álvaro Alsogaray, corazón del establishment, recibido en salones y omnipresente en televisión en las décadas de 1980 y 1990.
En sus letanías económicas, el Presidente utiliza textuales de José Alfredo Martínez de Hoz. Nada del negacionismo de Victoria Villarruel o las provocaciones invocadas por el Juan Bautista "Tata" Yofre el 24 de marzo supera a los editoriales de La Nación hasta bien avanzada la democracia.
La historia está en desarrollo. El mundo de los Milei no exhibe las fortalezas intelectuales que acompañaron a Macri y Menem, lo que puede ser problemático para sus intereses en atención a la profundidad del ataque al Estado que se propone. Cuenta, eso sí, con la extraordinaria intuición del Presidente y su capacidad para navegar un debate público que se da en condiciones particularísimas. La duda subyacente es hasta qué punto el Gobierno ultraderechista dará vía libre a su autoritarismo ramplón y su infinita capacidad de odiar.
La Opinión Popular