Internacionales - 10-11-2024 / 07:11
10 DE NOVIEMBRE DE 2019
Golpe de Estado derechista en Bolivia contra Evo Morales
Después de tres semanas de tensiones por los comicios del 20 de octubre de 2019, en los que la oposición derechista denuncia fraude y el presidente Evo Morales sostiene que ha ganado en primera vuelta para luego conceder la posibilidad de repetir los comicios, los militares fuerzan su salida. Morales había anunciado la convocatoria a nuevas elecciones y a las pocas horas el Ejército le hace saber que prefiere su partida.
El 10 de noviembre de 2019, el entonces presidente Morales renunció a su cargo en medio de protestas de la derecha boliviana que denunciaban un supuesto fraude electoral, un motín policial generalizado y hasta una "sugerencia" de las Fuerzas Armadas para que dimitiera.
Dos días después, la entonces segunda vicepresidenta del Senado asumió la presidencia de dicho órgano camaral y luego la jefatura del Estado en sendos actos en la Asamblea Legislativa sin quórum ni asistencia de la bancada mayoritaria del Movimiento Al Socialismo (MAS). Ese hecho fue calificado como un golpe de Estado.
Acto seguido, Morales deja el cargo de presidente, lo mismo que su vice, Álvaro García Linera, y los titulares del Senado y la Cámara de Diputados. También renuncian varios gobernadores. Al día siguiente asume la senadora Jeanine Añez.
Morales partió al exilio en México mientras su casa era saqueada. La normalidad se recuperaría casi un año más tarde, cuando Luis Arce, candidato del MAS de Morales, ganó los comicios de 2020. El nuevo gobierno denunciaría la participación del entonces presidente argentino, Mauricio Macri, en ayuda de los golpistas. Añez fue juzgada y condenada a diez años de prisión.
La Opinión Popular
Se consuma el golpe en Bolivia: Evo Morales renuncia
El presidente electo renunció a su cargo luego de semanas de una escalada de violencia que en las últimas horas anunciaba un desenlace inevitable. "Renunciamos para que no sigan quemando casas, intimidadas nuestras familias y amenazadas, por eso renunciamos", dijo desde Chapare, luego haber despegado de la ciudad de El Alto en horas de la tarde.
Al conocerse las palabras sonaron bocinas y estruendos en las calles del centro de La Paz, en lo que fue el festejo de los derechistas que protagonizaron las movilizaciones por el derrocamiento de Morales. En las avenidas se vieron caravanas de autos con banderas de Bolivia, abrazos, una euforia golpista enarbolada como democrática por sus dirigentes y seguidores.
Junto con Morales renunció el vicepresidente Álvaro García Linera, quien habló a su lado. Así concluyó una escalada que tuvo como detonante que marcó el fin la alocución del comandante general de la Fuerza Armada de Bolivia, Willimas Kaliman, le "sugirió" al presidente que renuncie a su mandato.
La declaración de Kaliman se dio cuando el escenario parecía a punto de consumarse. Los últimos dos días habían sido de un despliegue de violencia golpista que incendió casas de dirigentes del proceso de cambio, amenazó a quienes se mantenían en el gobierno, atacó medios de comunicación estatales.
Ya el centro de La Paz había sido tomado por los opositores desde el sábado en la mañana, y desde ese día hasta la renuncia de Evo Morales, se multiplicaron las imágenes de opositores junto con policías armados en las calles paceñas y de diferentes ciudades del país.
El avance del golpe pareció no encontrar más barreras, y el acto simbólico, llegó minutos antes de la alocución de Morales: Luis Fernando Camacho, dirigente del proceso golpista, presentado como "cívico" por los medios de comunicación, ingresó al Palacio Quemado -antigua sede de gobierno- donde depositó en el suelo una bandera de Bolivia y una biblia.
El anuncio hecho por Morales era entonces cuestión de tiempo. La ofensiva golpista ya había tomado los principales espacios, y las renuncias de funcionarios se fueron sucediendo, la mayoría bajo amenaza.
La renuncia de Morales y Linera fue seguida de persecuciones: las autoridades del Tribunal Supremo Electoral, María Eugenia Choque y Antonio Costas, fueron detenidos y esposados por la policía, en un escenario de sucesión de imágenes y noticias mezcladas entre la confusión, la militarización, y la euforia golpista con gritos y evocaciones a Dios.
Luego de los anuncios desde Chapare, renunció la presidenta del Senado, Adriana Salvatierra, quien debía asumir la presidencia. Lo mismo sucedió con quien debía seguir, el primer vicepresidente, abriéndose un escenario de preguntas que fueron resultan a medida que tomó forma el reordenamiento conducido por la Policía Nacional, la Fuerza Armada, los dirigentes golpistas, los empresarios que financiaron, y quienes respaldaron la invalidación de las elecciones desde el primer momento: el gobierno yanqui.
En ese contexto se sucedieron las denuncias respecto a la seguridad de Evo Morales, quien denunció que existe una "orden de aprehensión ilegal" en contra suya, y que su domicilio fue asaltado por grupos violentos. La situación de Morales se repite en el caso de varios dirigentes y militantes del proceso de cambio bajo amenaza de persecución.
Marcelo Ebrard, secretario de relaciones exteriores de México, anunció haber recibido a "20 personalidades del ejecutivo y legislativo de Bolivia en la residencia oficial de La Paz, de así decidirlo ofreceríamos asilo también a Evo Morales", y pidió que se respete la integridad de la sede de la embajada.
Las denuncias internacionales respecto a lo que fue un golpe de Estado se multiplicaron en el continente y el mundo, como por parte de Lula Da Silva, Cristina Fernández de Kirchner, Alberto Fernández, Nicolás Maduro, Gustavo Petro, Pablo Iglesias y Jeremy Corbyn, así como de numerosos movimientos sociales y partidos políticos.
Los gobiernos de derecha del continente, como el de Mauricio Macri, Sebastián Piñera, o Iván Duque, guardaron en cambio silencio que a lo largo de la escalada golpista.
El desenlace fue entonces la acumulación de una serie de acciones de ofensiva de una estrategia abiertamente golpista que nunca tuvo intención de realizar una segunda vuelta electoral o encontrar un punto de acuerdo para lograr detener la violencia que proclamó, organizó y desplegó. El objetivo era derrocar al gobierno y ese objetivo fue logrado.
Al finalizar la tarde se supo de las primeras protestas en defensa del proceso popular.
Evo Morales escribió en la noche desde su cuenta de Twitter para ratificar que su renuncia fue para que "Mesa y Camacho no sigan persiguiendo, secuestrando y maltratando a mis ministros, dirigentes sindicales y a sus familiares".
Y, afirmó: "Quiero que sepa el pueblo boliviano, no tengo por qué escapar, que prueben si estoy robando algo. Si dicen que no hemos trabajado, vean las miles de obras construidas gracias al crecimiento económico. Los humildes, los pobres que amamos la Patria vamos a continuar con esta lucha".
Fuente: Página 12