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Internacionales - 09-11-2024 / 10:11
9 DE NOVIEMBRE DE 1938: INICIO DE LA PERSECUCIÓN ESTATAL A LOS JUDÍOS

La Noche de los Cristales Rotos, el primer capítulo del horror nazi

La Noche de los Cristales Rotos, el primer capítulo del horror nazi
Vidrieras rotas y tiendas saqueadas: La Noche de los Cristales marcó el inicio del pogrom nazi ante el silencio mundial. La Kristallnacht fue seguida por una persistente persecución política y económica a la población judía.

La Noche de los Cristales Rotos, el primer capítulo del horror nazi
El fuego en 1.500 sinagogas. Los bomberos intentaron detener las llamas que llegaban hasta las casas vecinas.
 
La Noche de los cristales rotos fue una serie de pogrom y ataques combinados ocurridos en la Alemania nazi y Austria durante la noche del 09 de noviembre de 1938 y llevado a cabo por los "camisas pardas", las tropas de asalto de las SA, las primeras milicias del NSDAP, el partido nazi alemán, conjuntamente con la población civil, mientras las autoridades alemanas observaban sin intervenir.
 
Centenares de sinagogas fueron incendiadas y numerosas viviendas y negocios de judíos fueron saqueados. Esa misma jornada, en un clima creciente de tensión previo al estallido de la Segunda Guerra Mundial, cerca de 1.000 personas fueron asesinadas y más de 30.000 judíos acabaron en campos de concentración.
 
Los ataques marcaron el comienzo formal de una violenta persecución estatal contra los judíos que terminó con la muerte de seis millones de judíos europeos para cuando el Tercer Reich cayó en 1945, al final de la guerra. Aquel episodio de atentados, asesinatos y saqueos de negocios pasó a la historia como "La Noche de los Cristales rotos", la Kristallnacht.
 
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A 80 años de la Noche de los Cristales Rotos, el primer capítulo del horror nazi

Cristales Rotos, sangre en las calles y muerte: la trágica noche en que las hordas nazis lincharon a judíos
 
Ocurrió entre el 9 y 10 de noviembre de 1938. Además de los asesinatos en las calles, hubo 30 mil judíos deportados a los campos de concentración, 7.500 locales comerciales destruidos y 1500 sinagogas incendiadas
 
La mañana del 10 de noviembre de 1938, las calles de muchos barrios alemanes estaban desoladas. Los pocos que se animaban a caminar por ahí, soportando el frío intenso, producían un raro sonido, un sonido inusual en medio de un silencio desesperante. Cada paso generaba un crujido leve. En el piso, una alfombra casi perfecta de pequeños fragmentos de vidrios rotos. En el medio, algún abrigo olvidado, alguna gorra que se había caído en una huída desesperada.
 
Por todos lados rastros de sangre oscura, espesa, que regaba el suelo y algunas paredes y teñía los cristales deshechos.
 
Un niño abandonado con los ojos perdidos, un viejo llorando, alguien que recoge del suelo un objeto y sale corriendo. Y casi nadie más.
 
La noche anterior, la del 9 de noviembre no fue una noche como cualquier otra. Para muchos (muchísimos) fue la peor noche de su vida. Pasaría a la historia como La Noche de los Cristales Rotos (Kristallnacht). Las hordas habían destruido todo a su paso.
 
Persecución, daño y muerte. Las estadísticas hablan de al menos 91 muertos, 30 mil judíos deportados a los campos de concentración, 7.500 locales comerciales destruidos, 1500 sinagogas incendiadas, casi la totalidad de las existentes en Alemania.
 
Esa noche no fue el comienzo de la barbarie, que había tenido inicio al menos un lustro antes. Persecuciones, segregación y maltratos permanentes para los judíos. Sin embargo, el 9 de noviembre se produce un quiebre evidente, se cruza una frontera, se logra superar un nivel más en la escala de la abyección.
 
La tarde anterior, el 8 de noviembre de 1938, en París había ocurrido un hecho que sirvió al régimen nazi de perfecta excusa para continuar la caza iniciada años antes y que concluiría con la Solución Final.
 
Un joven de 17 años había ingresado a la embajada alemana en París, había pedido hablar con algún funcionario y cuando fue llevado ante él, con pulso firme, sacó un arma de entre sus ropas y disparó. Tres veces. Ernst von Rath, tercer secretario de la embajada, cayó al suelo. La agonía fue breve. Herschel Grynszpan, el asesino de 17 años, se quedo inmóvil en la oficina, esperando sin resistir el inminente arresto.
 
Sereno, explicó que quería vengar la desgracia de 17 mil judíos polacos que ese mes habían sido deportados de Alemania hacia Polonia pero a los que le impidieron cruzar la frontera. Casi toda su familia se encontraba allí.
 
Los 17 mil estuvieron hacinados en la frontera un largo tiempo, en esa especie de limbo, de antesala infernal, repleto de carencias y hambre. Alemania se desentendió de ellos, los rechazó. Muchos murieron allí, el resto fue llevado a campos de concentración.
 
Al día siguiente de este asesinato, el gobierno alemán publicó una serie de medidas punitivas. Así las llamó. No se trataba de otra cosa que de una feroz represalia hacia los judíos. Se prohibió la circulación de cualquier publicación de la comunidad judía: diarios, revistas y hasta boletines barriales fueron censurados; también se aplicaron sanciones económicas.
 
Pero lo más grave que sucedió esa tarde fue el discurso que dio Joseph Goebbels ante una multitud en un acto por la celebración de una de las tantas efemérides que los nazis elegían celebrar. El nivel de antisemitismo y violencia del mensaje fue brutal (aún para los parámetros nazis).
 
Cuando oscureció, luego de que las familias hubieran terminado su cena, mientras varios ya se encontraban en la cama, ruidos violentos se empezaron a escuchar en las calles. Al principio todo era confusión, todo sucedía imprecisamente. Algún golpe, gritos, vidrios rotos, alaridos de dolor, el galopar furioso de la multitud. El aullido rumoroso de la masa fue creciendo. Todo era destrucción y violencia.

A 80 años de la Noche de los Cristales Rotos, el primer capítulo del horror nazi  

Las vidrieras y ventanales de los comercios judíos (muchos de los cuales habían sido marcados previamente) fueron destrozados con palos y piedrazos. Las mercaderías y muebles de esos locales fue destruida o saqueada. Era una ola humana feroz y malvada que avanzaba, ciega, por las calles buscando víctimas desaforadamente.
 
Los que se refugiaron en sus casas no estuvieron a salvo tampoco. Nunca falta quien señale o delate al que se esconde, al que intente huir del malón. El contagio del horror. Las viviendas también fueron destruidas. Quienes intentaban defender sus pertenencias o la integridad de su familia eran linchados. Golpes, patadas, saltos sobre su cuerpo inerte.
 
El blanco más fácil fueron las sinagogas. Casi no quedó una intacta en todo el suelo alemán. Ardieron bajo el fuego. Tampoco se salvaron algunos alemanes no judíos, a los que el ataque encontró imprevistamente en la calle. Fueron atacados porque parecían judíos. Ante la duda era preferible no dejar escapar a la presa, razonaba la horda.
 
Una vez que eran desalojadas de sus comercios o de sus hogares los judíos eran arriados hacia camiones en los que serían deportados a diferentes campos de concentración.
 
Estos linchamientos masivos, estos ataques grupales con destrucción de bienes dirigidos hacia un grupo étnico o religioso (muchas veces sufridos por los judíos) eran conocidos como Pogroms.
 
El gobierno alemán, a la mañana siguiente, trató de despegarse de los ataques. Sin condenarlos quiso instalar la versión que todo había sido fruto de la indignación espontánea producida por aquel asesinato en París del día anterior. Lo cierto es que estos Pogroms estuvieron perfectamente orquestados y premeditados por las SA, milicias del partido nacionalista alemán. Sin embargo, se debe resaltar que la participación de los ciudadanos alemanes, que se sumaron con fruición al ataque, fue espontánea y masiva.
 
Alemania tenía un largo historial de antisemitismo. Sin embargo, hasta los inicios de la década del 20 los judíos estaban integrados a su sociedad. Triunfaban en sus profesiones y negocios, muchos combatieron en la Primera Guerra Mundial. Luego comenzó el rechazo cada vez más impúdico y sin freno. Hubo varios Pogroms en esa década y con la llegada nazi al poder todo empeoró de manera dramática. Boicots a comercios judíos, leyes raciales, políticas antisemitas, actos de segregación explícita, persecuciones y varios Pogroms más.
 
Es por ello que no se puede sostener que La Noche de los Cristales Rotos inició las persecuciones. El clima ya estaba instalado. Es por eso, también, que participaron tantos civiles alemanes esa fatídica noche. Pero a partir de esa noche, a pesar que muchos de los 30 mil, fueron liberados en los meses siguientes, la suerte estaba echada y los límites se irían corriendo hasta alcanzar la inhumanidad.
 
La repercusión internacional no fue tan contundente como podría esperarse. Todavía había esperanzas de evitar las confrontaciones. Dominaba el miedo y la cautela. El Times de Londres avisó lo que podía suceder en la edición de la mañana de ese día: "Más de 400 mil judíos esperan con temor la llegada de la noche, esperan otro ataque a su raza". Lo que indica que no se trataba del primer ataque ni que no hubiera había movimientos preparatorios de los cuales hasta la prensa extranjera estaba avisada.


A 80 años de la Noche de los Cristales Rotos, el primer capítulo del horror nazi  

El día después algunos medios se refirieron a la "orgía de violencia de las juventudes hitlerianas" o lo describieron como "la página más negra del Tercer Reich" (a ese libro, el de la barbarie nazi, le faltaban todavía muchas páginas). En cambio en Italia, La Stampa, siguiendo las ideas fascistas de Mussolini habló de "reacciones espontáneas, legítimas e incontrolables del pueblo alemán como respuesta al atentado judío".
 
Las consecuencias inmediatas fueron devastadoras. Al día siguiente una multitud de civiles alemanes (se calcula que asistieron más de cien mil) se reunió en Nuremberg a celebrar los destrozos; el gobierno alemán impuso una multa millonaria a los ciudadanos judíos y sus organizaciones para que compensen los daños producidos, los niños judíos fueron expulsados de las escuelas públicas y se libraron leyes y decretos cercenando aún más sus libertades laborales y civiles. Ya no había lugar para los judíos en la sociedad alemana.
 
Esa noche de violencia desenfrenada permitió, también, que las acciones contra los judíos fueron más agresivas y desembozadas. Mientras un grupo de jerarcas nazis propiciaba que los hechos discriminatorios y violentos fueran los más acotados y discretos posibles para no avivar la queja internacional ni predisponer mal a los alemanes, otro grupo, numeroso, abogaba por medidas drásticas e impiadosas.
 
Luego de La Noche de los Cristales Rotos se impusieron los segundos. Dado que las actividades delictivas y homicidas habían sido públicas y masivas, y habían tenido el apoyo de buena parte de la población, no veían por qué debían morigerar su modus operandi. A partir de ese momento recrudecería el antisemitismo.
 
Otro aspecto que cargó de valor y les aseguró la impunidad fue la tibia y escasa reacción internacional ante los hechos de barbarie. La Noche de los Cristales Rotos fue un gran punto de inflexión. Fue el momento en que las víctimas comprendieron que todo sería peor y en que los victimarios descubrieron que, durante muchos años, la impunidad estaría de su lado.
 
Por Matías Bauso
 
La Noche de los Cristales Rotos, el primer capítulo del horror nazi 
Los guardias de las SS obligan a los judíos, arrestados durante la Kristallnacht (la "Noche de los cristales rotos"), a marchar por la ciudad de Baden-Baden.

Fuente: Infobae

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19-11-2024 / 07:11
18-11-2024 / 10:11
El papa Francisco pidió investigar los ataques del gobierno sionista de Israel en Gaza como un posible genocidio. Lo hizo a través de su próximo libro, que se publicará el martes en vísperas del Jubileo del sumo pontífice en 2025. En este contexto, el diario italiano La Stampa publicó fragmentos de la obra. En uno de ellos, Francisco afirma: "Según algunos expertos, lo que está ocurriendo en Gaza tiene las características de un genocidio".
 
Es importante mencionar que el libro se titula "La esperanza nunca defrauda. Peregrinos hacia un mundo mejor", y fue escrito por Hernán Reyes Alcaide luego de entrevistar en varias ocasiones al Papa. Si bien nunca había utilizado la palabra genocidio relacionada con las acciones de Israel en la Franja de Gaza, en septiembre el jefe de la Iglesia Católica calificó los ataques israelíes como "inmorales" y desproporcionados, al tiempo que señaló que las acciones militares habían excedido las normas de la guerra.
 
La relatora especial de Naciones Unidas sobre la situación de los Derechos Humanos en los Territorios Palestinos Ocupados, Francesca Albanese, ha recalcado que la ONU ha publicado durante el último año "tres informes investigando las prácticas genocidas de Israel", después de que el Papa Francisco defendiera la necesidad de "investigar con atención" si la ofensiva contra la Franja de Gaza encaja en la definición de genocidio.
 
"Espero que el Papa Francisco tenga tiempo para leer los dos informes sobre genocidio que he escrito este año, el reciente informe del Comité de la ONU sobre prácticas israelíes, que también cubre cargos de genocidio, y el informe del relator especial sobre el derecho a la comida denunciando hambruna o destrucción de la soberanía alimentaria como una práctica genocida", ha dicho.
 
Israel lanzó su ofensiva contra Gaza tras los ataques ejecutados el 7 de octubre de 2023 por el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) y otras facciones armadas palestinas, que dejaron unos 1.200 muertos y cerca de 250 secuestrados, según las autoridades israelíes.
 
Desde entonces han sido asesinados más de 43.800 palestinos en el enclave, según las autoridades gazatíes, controladas por Hamás, a los que se suman más de 780 palestinos muertos a manos de las fuerzas de seguridad israelíes y en ataques perpetrados por colonos en Cisjordania y Jerusalén Este. Lo que constituiría un verdadero genocidio.
 
La Opinión Popular
 

18-11-2024 / 07:11
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