Nacionales - 04-03-2012 / 09:03
SE VIENE UN TIEMPO DE DEFINICIONES FUERTES EN EL PAÍS
Detrás de los enojos políticos, está la cruda realidad del ajuste
Quienes suelen tener contactos frecuentes con Cristina afirman que el temor por el futuro también está alimentado por los disgustos que debe atravesar cuando la realidad se empeña en contradecir el relato oficial.
Si en más de ocho años de Gobierno K se han alcanzado logros tan positivos en materia de gestión, con cifras récords en resultados y realizaciones y además se acaba de ganar una elección con el 54 % de los votos ¿por qué la Presidenta se enoja tanto y sus discursos son tan confrontativos?
Tal vez por el temor al futuro, a que los halagos por los méritos no puedan sostenerse en el tiempo y a que se desvalorice lo hecho.
¿Cuál es la principal amenaza que tienen? sin dudas, las cuentas públicas. La decisión de reformar la Carta Orgánica del Banco Central para que no haya más "reservas de libre disponibilidad", y así aumentar el financiamiento de los gastos corrientes del Estado es un nuevo indicador de que los números no cierran.
También tendrá costos la decisión de marginar a Hugo Moyano entre los aliados estratégicos del Gobierno. No es casual que Oyarbide haya reflotado la causa judicial que involucra al jefe de la CGT en un lavado de dinero vía Suiza.
¿Está dispuesta Cristina a dar esa batalla que dejará heridos internos? Todo indica que sí.
Se viene un tiempo de definiciones fuertes en el país. En todos los casos, el eje central será la Justicia. En el oficialismo, confían que los jueces respaldarán sus posiciones en aquellos temas que hacen al interés del Gobierno.
En Tribunales no todos piensan lo mismo. Sostienen que, a la hora de defender su prestigio personal, en la mayoría de los integrantes del cuerpo prevalecerá la idea de que no le deben nada a nadie.
Detrás de los enojos políticos, la cruda realidad del ajuste
Una pregunta elemental: si en más de ocho años de gobierno se han alcanzado logros tan positivos en materia de gestión, con cifras récords en resultados y realizaciones y además se acaba de ganar una elección presidencial con más del 54 por ciento de los votos y la oposición es casi inexistente, ¿por qué la Presidenta se enoja tanto y sus discursos son tan confrontativos?
La respuesta dependerá de quien la ensaye, según sea su proximidad ideológica o afectiva con el pensamiento de Cristina Fernández. Pero nadie podrá eludir como factor decisivo un solapado temor al futuro, a que los halagos por los méritos no puedan sostenerse en el tiempo y a que se desvalorice lo hecho.
Nada sería más grave que eso para el ego político del kirchnerismo, que se siente autor e intérprete de una verdadera revolución nacional.
Los riesgos
Después del extenso mensaje de la Presidenta el jueves pasado ante la Asamblea Legislativa, también es válido preguntarse cuál es la principal amenaza que tiene un modelo que, a juzgar por el resultado electoral, ha sido exitoso. Los economistas, aun aquellos que simpatizan con el Gobierno, señalan, sin dudas, que hoy son las cuentas públicas.
La decisión de reformar la Carta Orgánica del Banco Central para que no haya más "reservas de libre disponibilidad", y así aumentar el financiamiento de los gastos corrientes del Estado es un nuevo indicador de que los números no cierran.
A eso debe sumarse el achicamiento de los subsidios a los servicios públicos, las trabas a las importaciones y otra serie de medidas de ajuste económico que exigen la reducción de la caja. En esas condiciones, por cierto, es más difícil hacer política.
Quienes suelen tener contactos frecuentes con Cristina afirman que ese temor por el futuro también está alimentado por los disgustos que debe atravesar cuando la realidad se empeña en contradecir el relato oficial.
El ejemplo más reciente es la tragedia ferroviaria en el barrio porteño de Once, que dejó al desnudo los déficits de las políticas de transporte.
La Presidenta reaccionó enfurecida y extendió de inmediato las luces de alerta a otras áreas del Gobierno para que se extremen las medidas de prevención de impactos negativos. En varios ministerios, la orden alborotó a los funcionarios y se pusieron en marcha mecanismos de control que nunca existieron.
En la necesidad de desplazar del centro de la escena los costos de aquel siniestro, y a la vez de focalizar la confrontación política en un eventual adversario de 2015, Cristina le apuntó a Mauricio Macri. Así, el conflicto por el traspaso de los subterráneos a la ciudad de Buenos Aires escaló en forma precipitada y aguarda una salida que no será gratuita para ninguno.
A nadie pasó inadvertida el jueves la convocatoria presidencial a la unidad nacional, un concepto que muestra una distancia enorme entre las palabras y la voluntad.
La negativa de Macri a hacerse cargo de los subterráneos "es profundamente injusta con el interior del país", dijo la Presidenta, y el macrismo lo interpretó como la incitación a un enfrentamiento entre la Capital y las provincias, reeditando el histórico pleito federal.
Tampoco será sin costos la decisión de marginar a Hugo Moyano del lugar que ocupaba entre los aliados estratégicos del Gobierno. No es casual que en "en este momento de dar batallas fuertes", como lo define un secretario de Estado, el juez Norberto Oyarbide haya reflotado la causa judicial que involucra al jefe de la CGT en un lavado de dinero vía Suiza. La réplica, que le llegó a la Presidenta por vías públicas y privadas, no se hizo esperar.
Lo dijo el sindicalista Julio Piumato, un ladero de Moyano: "Si Hugo llega a hablar, agárrense". Mensaje directo al núcleo que rodea a la jefa del Estado. ¿Está dispuesta Cristina a dar también esa batalla que dejará heridos internos? Todo indica que sí, basada en su difundido concepto de "vamos por todo".
Más presencia
Tanto para las primeras líneas del kirchnerismo como para dirigentes de la oposición, se viene un tiempo de definiciones fuertes en el país. En todos los casos, el eje central será la Justicia.
Hasta ahora, la Corte Suprema ha logrado mantenerse con una imagen creíble y respetada por la calidad de sus integrantes. Pero ese máximo tribunal comenzará a tener un mayor protagonismo en cuestiones vinculadas con lo político, en las que deberá comprometerse con sus fallos.
En el oficialismo, confían que esos jueces respaldarán sus posiciones en aquellos temas que hacen al interés del Gobierno. En los pasillos de Tribunales, sin embargo, no todos piensan lo mismo. Sostienen que, a la hora de defender su prestigio personal, en la mayoría de los integrantes del cuerpo prevalecerá la idea de que no le deben nada a nadie. Una u otra postura serán claves para el país.
Fuente: La Voz del Interior