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Por Blas García, columnista de La Opinión Popular - 03-03-2013 / 11:03

El Navarrazo, de la Córdoba Combativa a la Córdoba Militarizada

El Navarrazo, de la Córdoba Combativa a la Córdoba Militarizada
1974. Pocos días antes del “Navarrazo”, el gobernador Ricardo Obregón Cano (centro) en una reunión política, flanqueado por los entonces diputados justicialistas: Oscar “Polo” Valdez (izq.) y Blas García (der.). Foto archivo Blas García
El 27 de febrero de 1974, Navarro fue relevado de su cargo de Jefe de Policía provincial por el gobernador, Obregón Cano por considerarlo "poco confiable". El jerarca policial le respondió acuartelando a siete mil efectivos bajo sus órdenes en la ciudad, aduciendo una "infiltración marxista" en el Gobierno Popular.
 
Esa misma tarde, grupos de comandos civiles ocuparon las emisoras La Voz del Pueblo y Radio Córdoba y emitieron comunicados en apoyo al jefe de la insurrección. Al caer la noche, hubo tiroteos en distintas partes de la ciudad. Civiles armados e identificados con brazaletes comenzaron a circular por las calles.
 
A la noche, un grupo de más de cincuenta policías provinciales, vestidos de civil y con armas largas, ingresó a los gritos a la Casa de Gobierno y depuso al gobernador peronista Obregón Cano y a su vice, el dirigente gremial Atilio López. 
 
Los sublevados, que tomaron por asalto la Gobernación, se encontraban al mando de Navarro, y detuvieron a las autoridades que once meses antes habían ganado las elecciones con más del 50 por ciento de los votos. El "movimiento", conocido como el "Navarrazo" o el anticordobazo, contaba con apoyo en el gobierno central, especialmente del ministro de Bienestar Social, "El Brujo" López Rega.
 
Los sediciosos detuvieron también como rehenes a los funcionarios que se encontraban en la gobernación, entre ellos, los ministros de Bienestar Social y de Gobierno; el presidente del Banco de la Provincia; el Fiscal de Estado, y los diputados Luis Bruno y Blas García, autor de esta nota.
 
Esa noche, los "fachos" de Navarro descargaron sus armas contra los frentes de las casas, los faroles de alumbrado o, simplemente, el aire. El objetivo era provocar la intervención a la provincia sembrando el caos y el terror. En los días siguientes serían detenidos más de 80 personas y se producirían decenas de allanamientos ilegales.
 
El 2 de marzo el Gobierno Nacional dio a conocer su posición: la intervención federal al Poder Ejecutivo de la provincia. Obregón Cano y López, faltos de apoyo en el plano nacional, renunciaron el 8 de marzo.
 
El Navarrazo fue la antesala del golpe genocida de 1976, el anticipo de lo que sucedería con la dictadura, por el derrocamiento de un gobierno elegido por el voto popular; la persecución y el asesinato de militantes políticos y gremiales; y la implantación  de un estado policial autoritario que desplegó la represión ilegal en toda su magnitud.

La épica de Córdoba
 
Córdoba fue escenario de la Reforma Universitaria en 1918, promotora de la Revolución Libertadora en 1955, protagonista del "Cordobazo" en 1969 y también de su contrario, el "Navarrazo" en 1974. Porque si el primero inició el fin de la dictadura militar de Onganía, el segundo fue la antesala de la dictadura genocida de 1976.
 
Como subproducto de la intensidad de sus luchas políticas, Córdoba acuñó el vocablo "facho", un término que sintetiza la idea del gorila derechista que no sólo odia al pueblo y a sus organizaciones sino que, además, lo combate activamente.
 
 
Obregón Cano y la izquierda del peronismo
 
En Córdoba, Ricardo Obregón Cano sostenía su posición política apoyado por la izquierda del peronismo. En 1971, fue designado, por Juan Perón, delegado del Consejo Superior Peronista para llevar adelante la tarea de reorganización partidaria.
 
Asimismo, dentro del peronismo confluían distintas corrientes como la Mesa Redonda Permanente Peronista (MRPP) liderada por Julio Antún, y la Unidad y Lealtad de Raúl Bercovich Rodríguez.
 
La principal diferencia que existía entre estos dos grupos y la posición asumida por Obregón Cano es que estos representaban al peronismo más ortodoxo, verticalista y nacionalista de derecha; y se oponían a la participación de la Juventud Peronista.
 
La definición de la fórmula Obregón Cano-Atilio López no se dio sin conflictos. Desobedeciendo el mandato de Perón, quien había dado la directiva de que en cada distrito se presente una lista de unidad, en Córdoba se realizaron elecciones internas, que tuvieron lugar en junio de 1972.
 
En esa etapa, las corrientes de izquierda peronista constituyeron un actor central en la reorganización del peronismo provincial. Entre nuestras premisas se encontraban: Luchar contra el imperialismo dominante, reivindicar la posición de los trabajadores, sumar al justicialismo el socialismo nacional, y buscar la solidaridad de los pueblos de tercer mundo en la lucha por la liberación.
 
Dentro de esta vertiente militaban: los veteranos dirigentes que habían participado en la Resistencia Peronista, como don Luis Carnevale y Juan Manuel "Chiche" Montes; el Movimiento Revolucionario Peronista (MRP), orientado localmente por "El Gordo" Fausto Rodríguez; el Peronismo en Lucha presidido por Norberto Erico "El Negro" Tejada; la Juventud Peronista (JP) dirigida, entre otros, por Rodolfo "El Turco" Vittar y Oscar "El Oso" Montaldo; la Juventud Revolucionaria Peronista (JRP) liderada por Blas García y en donde militaban Jorge "El Chino" Busti, Juan Luís "El Gordo" Puchulu, Hernán "El Vasco" Orduna y los recordados compañeros Víctor Lorenzo, asesinado el día del golpe del 76 y José Antonio Brizuela, detenido-desaparecido.  
 
Fogueadas en el Cordobazo y en las movilizaciones obrero-estudiantiles contra los sucesivos gobiernos militares, estas agrupaciones trabajaban juntas y tenían vinculaciones con las organizaciones: Montoneros, Fuerzas Armadas Peronistas y Fuerzas Armadas Revolucionarias, a quienes veíamos como ineludibles para dar una perspectiva revolucionaria a las luchas populares. La mayoría de ellas propiciaban la redefinición del peronismo como protagonista de la revolución nacional y social.
 
Así, Obregón Cano había obtenido el apoyo de los sectores más radicalizados del peronismo: los distintos grupos de la Juventud Peronista y el sindicalismo combativo de Córdoba, representado por un grupo importante de gremios como la UTA de Atilio López y el SMATA de Mario Bagué, lo cual le otorgaba un potencial para provocar una ruptura dura de la realidad política, que Perón estaba dispuesto a utilizar.
 
En las elecciones del 11 de marzo de 1973 es electo el binomio Ricardo Obregón Cano - Atilio López por el Frejuli (Frente Justicialista de Liberación). La fórmula del  Frejuli había recibido el apoyo de los sectores de izquierda del peronismo y de los gremios y dirigentes sindicales más combativos.
 
El 25 de mayo, día de la toma de posesión hubo un acto en plaza San Martín y esa misma noche fueron liberados los presos políticos, al igual que en casi todos los penales del país. Al otro día fueron recibidos por el gobernador en la Casa de Gobierno.
 
 
Gobierno de Obregón Cano
 
El gobierno de Obregón Cano estuvo envuelto en las turbulencias propias del momento del país. El viejo axioma peronista: "El que gana conduce y el que pierde acompaña" fue dejado de lado no bien Obregón Cano juró como gobernador el 25 de mayo de 1973. Su gobierno sufrió todo tipo de embates provenientes de la vieja ortodoxia peronista de derecha, derrotada en las elecciones internas de 1972.
 
Además, Obregón Cano tomó medidas que lo enfrentaron con sectores del poder fáctico y el privilegio, que tenían el control de la sociedad y la economía, como los ganaderos, la Iglesia y la policía.
 
El 31 de mayo de 1973, Obregón fijó precios máximos para la venta de carne vacuna de los abastecedores mayoristas a los carniceros minoristas, y para el consumidor final. El sector afectado rechazó la medida y comenzaron a vender sus productos fuera de la jurisdicción provincial, generando con frecuencia desabastecimiento. El conflicto con los ganaderos, por la política de abastecimiento de carnes, que llevo a muchos productores a faenar animales en otras provincias dio lugar a incidentes en los controles camineros.
 
Con la iglesia el conflicto, una vez más, fue por las medidas que afectaban a la enseñanza privada. El gobierno se enfrentó con el clero a raíz del proyecto de reforma del Estatuto Básico del Personal Docente de Enseñanza Privada de la Provincia de Córdoba. Uno de los aspectos más discutidos en la Legislatura fue la regulación del ingreso y movimiento del personal docente.
 
Pero con la policía el problema era más complejo. Los cuadros superiores resistían los cambios que el gobierno quería implantar en la fuerza, para depurarla de los mandos comprometidos con la última dictadura militar y reincorporar a los peronistas censanteados en 1955.
 
 
El Navarrazo
 
El miércoles 27 de febrero de 1974, el Teniente Coronel (RE) Antonio Domingo Navarro fue relevado de su cargo de Jefe de Policía provincial por el gobernador, por considerarlo "poco confiable". Al enterarse del relevo, el jerarca policial acuarteló a unos siete mil efectivos a sus órdenes en la ciudad, aduciendo una "infiltración marxista" en el gobierno popular.
 
Esa misma tarde, grupos de civiles habían tomado las emisoras LV2 -La Voz del Pueblo- y LV3 -Radio Córdoba- y comenzado a emitir comunicados en apoyo al jefe de la insurrección. Una de las transmisiones sostenía que Navarro representaba "una garantía de orden" y era "el vehículo necesario para el proceso de liberación".
 
Al caer la noche, se escucharon tiroteos en distintas partes de la ciudad. Civiles armados e identificados con brazaletes rojos comenzaron a circular por las calles. Esa misma noche, la custodia policial de la Casa de Gobierno apagó las luces exteriores y se retiró de los puestos de vigilancia.
 
Un grupo de más de cincuenta policías provinciales, vestidos de civil y con armas largas, ingresó a la Casa de Gobierno de Córdoba y depuso al gobernador peronista Obregón Cano y a su vice, el dirigente gremial combativo Atilio López.  
 
Los sediciosos, que tomaron por asalto la Gobernación, se encontraban al mando de Navarro, y detuvieron a las autoridades que once meses antes habían ganado las elecciones con más del 50 por ciento de los votos. El "movimiento" contaba con apoyo en el gobierno central, especialmente en el ministro de Bienestar Social, José López Rega.
 
Esa noche, el gobernador Obregón Cano, su vice, Atilio López y una docena de funcionarios fueron privados de su libertad y obligados, por civiles armados con ametralladoras, a permanecer durante horas, en silencio y con las manos en la nuca, en la oscuridad de las veredas de la Casa de Tejas, hasta ser trasladados cautivos al Comando Radioeléctrico. La idea de un fusilamiento so pretexto de alguna resistencia armada rondaba por la cabeza de los detenidos.
 
Junto a los mandatarios, los sediciosos detuvieron a las personas que se encontraban en la gobernación. Entre ellos estaban los ministros de Bienestar Social y de Gobierno, Antonio Lombardich y Elio Alfredo Bonetto; el presidente del Banco de la Provincia de Córdoba, Julio Aliciardi; el Fiscal de Estado, Juan Carlos Bruera; el director de Prensa, Alejo Díaz Tiliar; el hijo y secretario personal del gobernador, Horacio Obregón Cano; y los diputados Luis Bruno y Blas García, autor de esta nota.
 
Esa noche los grupos  "fachos" de Navarro descargaron sus armas contra los frentes de las casas, los faroles de alumbrado o, simplemente, el aire. El objetivo era simple, provocar la intervención a la provincia sembrando el caos y el terror.
 
Acusados por el amotinado Navarro de "proveer armamento a grupos civiles", fuimos llevados a los calabozos del Comando Radioeléctrico de la Policía provincial, donde permanecimos cautivos durante varios días hasta que el Juez Federal nos liberó.
 
 
La intervención federal
 
El 28 de febrero, Córdoba Capital amaneció sitiada, se impone, de hecho, un estado de sitio garantizado por los policías sublevados con el auxilio de comandos civiles armados, dirigidos por la Juventud Sindical Peronista y elementos del Comando Libertadores de América.
 
Cientos de policías y civiles con armas impedían circular por la zona céntrica y las radios tomadas por seguidores de Navarro "invitaban al pueblo a acompañar al jefe" e informaban, que Obregón Cano y Atilio López, "habían sido detenidos mientras proveían armas a grupos de reconocida militancia marxista".
 
Las "62 organizaciones" gremiales ortodoxas declararon un paro general para ese día en "adhesión a la valiente y patriótica actitud tomada por el peronismo de Córdoba en apoyo a su policía". En los dos días siguientes serán detenidos más de 80 personas y se producirán decenas de allanamientos ilegales.
 
El jueves 28, el presidente de la Cámara de Diputados provincial, Mario Dante Agodino, asumió la gobernación interina. A la misma hora era llevado a cabo un atentado contra el domicilio de Obregón Cano.
 
Por su parte, el Gobierno Nacional, encabezado por Juan Perón, en un principio no toma partido en la contienda, pero tampoco restituye a los funcionarios en sus cargos;  y el sábado 2 de marzo al mediodía dio a conocer su posición: la intervención federal al Poder Ejecutivo de la provincia.
 
Hasta el 5 de marzo, la ciudad se encontró virtualmente paralizada por un lock-out patronal. Esto debilitó a la clase trabajadora peronista, al impedirle concentrarse en sus lugares de trabajo para dar una respuesta contundente al levantamiento policial. Obregón Cano y López, faltos de apoyo nacional, renunciaron el 8 de marzo.
 
 
Tres interventores federales
 
Hasta el golpe militar de marzo del 76 se sucedieron tres interventores federales: Duilio Brunello, Raúl Lacabanne y Raúl Bercovich Rodríguez. En esa etapa, la Conadep Córdoba registra 50 casos de desaparición de personas antes del golpe, bajo un gobierno constitucional.
 
Brunello, provenía del ministerio de Bienestar Social a cargo del siniestro José López Rega, e intentó una inicial política conciliadora que no fue aceptada por los grupos que habían destituido a Obregón Cano, por lo que fue reemplazado al poco tiempo por el sanguinario brigadier Lacabanne.
 
Con Lacabanne, la represión ilegal se desplegó en toda su magnitud y se implantó en Córdoba un estado policial represivo como antecedente de lo que fue la dictadura militar poco tiempo después. Intervino los gremios de SMATA y Luz y Fuerza. También realizó persecuciones en el ámbito de la Universidad y actos como la voladura de la planta de impresión del diario La Voz del Interior en enero de 1975.
 
Con el tristemente célebre "Comando Libertadores de América", versión cordobesa de la Triple A y el jefe de policía Héctor García Rey, agudizarían continuamente la política de persecución hacia dirigentes políticos y sindicales, estudiantiles, profesionales y obreros.
 
En esa etapa, me tocó a mí compartir "sentencias de muerte" de la Alianza Anticomunista Argentina, la Triple A, junto a Obregón Cano, y los dirigentes sindicales Agustín Tosco y René Salamanca, entre otros.
 
Entre las primeras víctimas cordobesas de la represión ilegal figuran Alfredo Curutchet, abogado de sindicatos y defensor de presos políticos, y Atilio López, el vicegobernador depuesto. Ambos cayeron bajo las balas de la Triple A en setiembre de 1974.
 
Tras la caída de López Rega y los reacomodamientos por la muerte de Juan Perón, asume Bercovich Rodríguez, quien intentó una política de apertura y diálogo pero el clima de violencia politica se mantuvo.
 
 
Responsabilidad de Perón
 
Hay quienes aseguran que el navarrazo nunca hubiera sucedido sin la anuencia de Juan Perón. Dante Gullo, entonces dirigente nacional de la Juventud Peronista (JP), sostiene lo contrario. Afirma que el ex presidente no tuvo injerencia en la rebelión de Navarro y que "desgraciadamente, Perón actuó en función de los hechos consumados".
 
También, el historiador Norberto Galasso exime de responsabilidad a Perón en el golpe. Sin embargo, admite que desde el punto de vista institucional, "lo que correspondía era reponer a las autoridades".
 
La discusión aun sigue abierta. Pero lo cierto es que el Navarrazo fue la antesala del golpe genocida de 1976, el prolegómeno de la dictadura, con la interrupción de un gobierno elegido por el voto popular; la persecución de los activistas políticos y gremiales; y la represión parapolicial del Comando Libertadores de América, versión cordobesa de la Triple A.
 
El "Navarrazo" no sólo fue la contratara, lo opuesto del "Cordobazo", para imponer disciplinamiento a una sociedad movilizada y combativa, fue también el preanuncio, temprano, del derrumbe de la democracia dos años después.   
 

Escribe Blas García

El Navarrazo, de la Córdoba Combativa a la Córdoba Militarizada
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